BOSQUE OESTE

El niño gruñó apretando los dientes, nadie había sido capaz de detener así su ataque, nadie... ¿Hermano? el chico abrió sus ojos olvidando la batalla por un segundo ¿A qué se refería?
No tardó en dejarlo en segundo plano, y tomando a pecho las palabras del ser cornudo ordenó con una simple mirada a los felinos a moverse. Ambos gatos parecían flotar a cada paso, sin emitir ni el más mínimo sonido en su andar. Se lanzaron a los flanco de Opeth, mientras el chiquillo se aseguraba a bloquear el escape por delante y detrás con una pared de la misma energía anteriormente utilizada. Retomó nuevamente las palabras, pensativo.

Opeth suspiró. Apenas dando un paso, tomó a ambos felinos por el cuello, uno con cada, apretando de tal manera que quedaron inconscientes pero sin lastimarlos.
-Conozco los movimientos de todas las bestias-Dijo, recordando. Otro paso, y ya estaba a apenas unos centímetros del chico, soltando a sus felinos a su lado-No funcionará si me atacas con ellos. Habrá mucho que hacer contigo

Aprovechando la cercanía y como si fuera a llegar, estiró su puño simulando un golpe directo a la cara de Opeth, pero en su lugar fue una tercera onda esta compuesta principalmente de viento y pequeñas partículas de agua tomadas del mismísimo aire, que con la velocidad se volvían tajantes. Un sonido seco se escuchó, y una pequeña gota cayó sobre la frente pálida de Sathiel. Una línea casi invisible se formaba en una mejilla del Setan, chorreante de apenas unas gotas. Sus ojos se mantenían firmes y fijos en los del ser.

Cualquiera podría haberse esperado la ira del demonio, un enojo u otro golpe de vuelta por parte de este, sin embargo, Opeth hizo todo lo contrario. Sonrió abiertamente, mostrando sus enormes colmillos. Tomó al chico de la muñeca y se la bajó, firme pero sin lastimarlo, aplicando la fuerza suficiente.
-Vas mejorando-Le dijo, sin dejar de sonreír.-Si sigues así quizá alcances a tus hermanos

-Sólo tengo una hermana, y su nombre es Sahym Belit Jëylls. Está equivocado conmigo, señor-Exclamó cansado de esas palabras erróneas. Quizá hablaba de Matt, o sus demás medios hermanos, suspiró. Aún sostenido por la mano de Opeth no corrió sus ojos de él hasta ese pequeño momento de duda. No entendía y eso lo molestaba aún más.

-No, chico. Tu eres el que está equivocado-Le dijo, al fin soltándolo. Volvió a su posición original, apoyado en el árbol, relajado.-Si no me crees, pregúntale a tu madre... O mejor no, sería imprudente meterte en cosas que no te incumben.

Sathiel emitió un pequeño bufido, era obvio que en algún momento iba a preguntar pero no por el momento-¿Dónde están esos hermanos míos, señor?-Dijo con interés muy mal disimulado. Siguiendo al de los cuernos con sus ojos-¿Dónde puedo encontrarlos?

Opeth sonrió nuevamente, pensando en como respondería a su duda de manera entendible. No le quedó otra opción que decirlo como era:
-En el infierno-Dijo, sin borrar la sonrisa, aunque su expresión volvió a ser seria tan rápido como siempre-Literalmente, ahí es donde viven, donde vivimos. Son demonios. Solían estar por aquí, pero por algunos asuntos tuvieron que volver a su hogar de nacimiento

Con una vaga satisfaccion regresó al habla, calmado-Yo no soy como ellos, no son mis hermanos-Finalizo dando por hecho que el no era un demonio. Mantuvo el silencio.

El demonio alzó los hombros, restándole importancia a la afirmación del chico. A su momento lo entendería y aceptaría.
-Como digas-Respondió sereno, concentrándose nuevamente en lo que realmente tenía que hacer en esos territorios, pensando como lo llevaría a cabo.

Gruño por lo bajo, corriendo la mirada. Debería hablar con el señor Durza sin falta. Mantuvo el silencio nuevamente pensando. Miro al hombre con total atencion, sin siquiera saber que queria.

-No creo que a tu madre se le haga buena idea-Dijo Opeth, como si leyera los pensamientos del chico.
Si bien Durza era una figura muy importante dentro de los Setan, quien tenía una gran cantidad de información confidencial, no estaba en las mejores condiciones en ese momento, encontrándose al borde de un colapso mental.

El niño no se inmutó, era difícil quitarle una idea de la cabeza, era terco o más bien decidido. Sathiel continuó mirándolo, sabiendo a la perfección la proximidad de una nueva aura. Algo similar en cuanto a sensación que Opeth y el señor Durza, pero algo más débil.
No pasó mucho hasta que una sombra se dejara ver: Thresh se encontraba en cuclillas, reverenciado ante el de los cuernos a poco más de veinte metros de distancia. Poco a poco sus ojos verdes destellaron, dando a su silueta nitidez y masa. No venía exclusivamente para saludar a su líder, mas bien por el niño.

El demonio, al notar nueva presencia, inclinó la cabeza a modo de saludo, cerrando los ojos un instante, indicándole que ya no era necesario que lo reverenciara.
Sabiendo que no era hacia él el motivo de la visita, decidió guardar su distancia, cuidando la privacidad de lo que calculó que posiblemente sería una conversación entre el chico y Thresh. Sin embargo, antes, lanzó una pregunta:
-¿Y los otros?-

-No pude dar con ellos hace bastante-Admitió el de cabello azabache y ojos color oliva-Pero si lo desea puedo traerlos.-Finalizó para centrarse en Sathiel, casi en modo de regaño bufó. El joven Setan había sido condenado a la ardua tarea de controlar las aventuras del Jëylls, sin posibilidad de negativa al ser la misma alfa quien lo ordenara. Guardó palabra.
Por otro lado, a Sathiel parecía importarle un comino la llegada de Thresh. No tuvo ni la más mínima delicadeza en saludar o acercarse a quien sería su "niñero", Opeth era mil veces más interesante.

La respuesta del azabache no le agradó en absoluto a Opeth, su semblante cambió enseguida a uno más amenazante. Se irguió y gruñó, pero claramente no para ecolocalizar nada.
-Bien-Volvió a gruñir, bastante más serio que la última vez. Había permanecido tranquilo durante su estancia, sin embargo la declaración no le había gustado nada-Si se aparecen por ahí, diles que estarán en problemas. Sobretodo a Baranguer

-Si, señor-Aseguró el Takashi, asintiendo al instante. Retomó la atención en Sathiel, aunque esperando habla por parte de Opeth también, no quería interrumpir nada.

Opeth empezó a hablar por lo bajo, viéndose poco contento. Por un momento olvidó a todos los demás presentes, mascullando entre dientes en el idioma de los Setan.
Estaba furioso, mataría a Durza definitivamente.

-¿Qué ha hecho?-Preguntó el chico sin obtener respuesta de sus suposiciones, calmo pero firme en Opeth.
-Es hora de regresar, Sathiel-Apuró el Setan.

Enojado, Opeth estuvo solo a unos pocos segundos de hablar, sin embargo se contuvo, mordiéndose la lengua. Suspiró.
-Tu maestro te llama, Sathiel, hazle caso-Dijo, cerrando los ojos y tratando de serenarse

Sonrió por primera vez-¿Él, maestro? No señor, yo no tengo maestro-Dijo con un hilo de voz bastante bajo, intentando aún adivinar el motivo por el cual Durza merecía la furia de Opeth.-No es más que un intento de mi madre por alejarme de ustedes-Dijo generalizando a los Setan, aunque más que eso por el mismo Durza.
Thresh agachó la mirada ya cansado y resignado, suspiró profundo y miró a su líder. El chico ganaba todo siempre por cansancio, era de lo más terco y por algún motivo en las discusiones llevaba siempre la razón.

-Irónico que tu madre quiera protegerte de nosotros encargándote con uno de los nuestros-Dijo, con una risa sarcástica que simplemente no pudo disimular.-Con un poco de oclumancia sobre Thresh y todos nuestros secretos te serían revelados, sería una total lástima
Por supuesto que Opeth sabía que sería casi imposible para el chico penetrar la mente de su superior, sin embargo le encantaba jugar con los pensamientos ajenos.

Sathiel esbozó una última sonrisa antes de volver a su inmutable expresión, bien tenía claro todo lo que Opeth le decía y tampoco había quedado con ganas de intentarlo, pero las órdenes de su madre eran mucho más fuertes que cualquier intento de rebeldía. El pequeño siguió en silencio, mientras Thresh permanecía quieto, esperando al aura que se aproximaba poco a poco.

Opeth, haciendo uso de su mayor autocontrol, evitó a toda costa reírse de lo hilarante de la situación.
Podía ver a Thresh, al borde del colapso mental, haciendo de niñera con Sathiel, que no solamente lo desobedecía cada dos por tres, sino que lo enfrentaba como si estuviera de su edad y su tamaño. Se preguntó internamente si la otra niña, su gemela, se comportaría de la misma manera, así se quitaría la curiosidad de saber herencia de quién fue su personalidad terca.

Con una extraña sonrisa triunfal, Thresh dio la bienvenida a la alfa. Kyrara había llegado a paso lento, exhibiendo su forma cánida. Avanzó ante el Setan menor, gruñendo como regaño al paso a Sathiel, quien de forma inmediata e instintiva agachó la cabeza: el enojo de su madre era verdaderamente algo a lo que ni él se atrevería a desafiar.-Opeth, que sorpresa-Saludó sin mínima amabilidad en su tono, aunque de manera calmada y respetuosa.-Llévalo al centro del territorio, reúnelo con Sahym.-Ordenó seguidamente a Thresh. Éste tomó su forma canina, y esperando que el chico lo siguiera dio una reverencia final a Opeth y se marchó. Antes de voltear, Sathiel fijó sus ojos unos segundos interminables en el Setan mayor, quien sabe con qué pensamiento. No tardaron mucho en desaparecer.
Una vez solos, Kyrara tomó su forma humana, tan delicada y tajante como siempre-¿Se puede saber tus motivos?-Indagó algo más relajada.