BOSQUE OESTE

Por un momento la loba híbrida iba a cometer una estupidez, llevándose por sus impulsos, más aún así ninguna músculo se le movió, ni siquiera su mente (tan difícil de entender) produjo algún otro pensamiento, tan sólo borró las primeras imágenes dejándola por completo en blanco. Sus orejas se pegaron a ambos costados se su gran cabeza lupina mostrando desconfianza ante la presencia del macho, y así permanecieron incluso cuando éste hablo.
-Estoy perdida, no se donde me encuentro- respondió entonces de un momento a otro con voz calmada y monótona más sin pretender ser hostil e inapropiada pues estaba frente a alguien que no conocía y seguro era de rango importante en la manada.

El lobo alzó la ceja -o lo que parecía ser una ceja, un extraño punto de coloración más baja arriba de los ojos, como lo tenían los llamados Rottweiler que los humanos tenían como mascotas-, un tanto dudoso. Si bien no era un experto en leer mentes y tampoco lo estaba intentando, el chico no era estúpido, y por el tono de voz empleado, la postura corporal y el lenguaje no verbal que había usado la loba, se dio cuenta enseguida que no estaba perdida. Sin embargo, prefirió no meterse en asuntos que no le convenían y le siguió el juego.
Alzó la cabeza, mirando hacia lo poco que se podía ver la luz del sol. Seguido, miró el río, y la dirección a la que iba la corriente.
-Estamos en el oeste-Dijo al fin-Si caminas hacia el norte, en unas cuantas horas, quizá menos, llegarás al bosque central. Luego, si sigues hacia el este, estarás en la cueva principal-Le indicó, cuidando no equivocarse. Si bien había pasado toda su vida en estos lugares y los conocía a la perfección, jamás se había preocupado por las direcciones en las que estaban.

La muchacha aún seguía igual, sin inmutarse del lugar ni por un seguido, viendo como las expresiones faciales de aquel lobo cambiaban en unos segundos. Esta vez destenzo los músculos (los cuales habían estado así, tensados, desde que el extraño se le acercó) y se relajó mas sin bajar la guardia en ningún momento.
-Creo conocer el bosque central ¿es mucho más grande que este no es así? En fin, gracias por las indicaciones...-entre cerró sus turquesinos ojos aún clavados en el extraño- ¿Sharp Evone?- se atrevió a decir entonces diciendo uno de los pocos nombres de integrantes que conocía de la manada.

Extrañamente, en respuesta a la relajación de la loba, el macho igualmente aflojó la postura, sus hombros dejaron de estar tan rígidos al igual que el pelaje erizado, sin embargo no bajó la guardia ni un poco, acostumbrado a permanecer siempre en un constante estado de alerta. Suspiró, resignándose a que al fin entablaría una conversación con alguien después de tanto tiempo.
-Sí, el bosque central es bastante más grande y pero menos peligroso en mi opinión-Respondió con simpleza, sin saber que más agregar a su breve descripción-Y no, no soy Sharp-Continuó, negando con la cabeza-Matthew Vollmond. Tu eres Amanda Davenport ¿No es así?

La de ojos turquesa asintió ante aquella breve información que aquel extrano, que pronto dejó de serlo al presentarse, le dio. De repente sus orejas se dirigieron hacia atrás y sus ojos se enfriaron y entrerraron al escuchar aqurllauel nombre, soltó un bufido como protesta antes de volver nuevamente a una posición serena y tranquila.
-Amy o Rogue- dijo entonces con un tono algo serio como si a un niño estuviera retando. Más dio un suspiro como si en aún mente ella se estuviera retando por el tono que recién había empleado- Lo lamento- una disculpa estúpida, era por aquel tono que anteriormente empleo al decir aquellos doasis apodos que ya se los tomaba como nombre- Si, esa soy yo aunque preferiría que no me dijeras así- una sonrisa se asomo en aún hocico.

La expresión del rostro del chico fue confusa, un poco de perplejidad, otro poco de insatisfacción. Apenas la loba se hubo tensado, el imitó su acción como por reflejo, volviendo a subir su tono muscular y erizar ligeramente su pelaje, aunque no de la manera en la que lo había hecho antes. Las orejas, en cambio, permanecieron erguidas, alerta.
Luego de haber escuchado la simple explicación, relajó apenas un poco su pose, sintiéndose un poco confuso consigo mismo por haber reaccionado de manera tan brusca. Matt al fin alzó los hombros, como si le restara importancia a la reacción y posterior disculpa.
-Amy será-Dijo con simpleza, sin inmutarse ni un poco entonces-Es curioso que yo prefiera que me llamaras Matthew o Beltza, jamás Matt. Ese nombre está reservado a... ciertos conocidos

La joven relajo nuevamente sus músculos, escuchar aquel nombre 'Amanda' no le gustaba, le daba repudio su propio nombre. Ladeo un poco la cabeza hacia la izquierda aún mirando al lobo.
-Pues a mi no me gusta mi nombre, lo detesto y mientras menos personas lo sepan mejor para mi- le explicó sin dar tanto detalle ni tanta vueltas al asunto. - ¿Hace mucho esta usted en esta manada?- índigo entonces.

Matt decidió no seguir dándole vueltas al tema, realmente le daba igual uno u otro nombre, eso simplemente era un asunto que no discutiría, era simplemente innecesario y realmente le daba pereza. Por lo tanto, se concentró en la segunda afirmación -o más bien pregunta-.
-Llámame de tú-Empezó la oración. Estaba demasiado acostumbrado a que lo llamaran de usted en el Infierno, y francamente, con su filosofía de que nadie era superior a él, le tenía harto el tener que estar corrigiendo a todo el mundo que le llamaba de ese modo.-Y sí, prácticamente he estado toda mi vida aquí, mi infancia y adolescencia, aunque por... Unos asuntos personales-Decidió omitir olímpicamente los motivos verdaderos-Me marché durante algún tiempo de aquí. Hace algunos meses regresé. Tú eres nueva, ¿No es cierto?

La joven loba quedo atenta, escuchando a lo que el macho decía, a penas hizo un leve asentimiento de cabeza cuando escucho que lo tratara de tú, algo que le parecía un tanto difícil ya que solo trataba así a quienes eran cercanos a ella. Lo siguió escuchando hasta que hizo aquella pregunta.
-Si lo soy, hace poco menos de un mes que eh llegado y aun no conozco casi nada de este enorme lugar, ni siquiera a sus miembros- le respondió con tranquilidad, esta vez estaba más tranquila de lo normal.

Algo alejado de la escena, un lobo de pelaje manchado caminaba cabizbajo murmurando palabras o quizás insultos a la tierra que pisaba. Fierce se notaba cansado, flaco y maltrecho por los entrenamientos, escupiendo sangre cada tanto tiempo. Levantó la mirada hacia los dos alejados, reconociendo el aura de tan solo uno de ellos, se sentó tratando de recuperar un poco el aire, siempre, siempre serio.

El lobo sonrió casi imperceptiblemente ante la afirmación de la chica, sabiendo bien a lo que se refería. Al momento de su nacimiento, habían miembros diferentes y su mentalidad de cachorro no le permitió conocerlos a todos. Después del destierro de Kyrara, el había tenido que irse con su maestro Durza y bajó al Infierno, donde nuevamente tuvo que aprenderse los nombres de los Ladrones de Almas y Setan, aunque a estos los conoció de manera personal y se adaptó rápidamente. Ahora, que había regresado a su lugar de origen, se había modificado por completo la estructura, por lo que simplemente había optado por tomarse su tiempo para reconocer a todos los lobos que vivían en esos lares.
-Te tomará algún tiempo-Reconoció, recordando el ver a extraños todo el tiempo-La manada es muy extensa, y no es conveniente conocerlos a todos ni beneficioso. Tendrás que tomar tus prioridades.
Matt alzó las orejas y se distrajo un poco de la plática, observando al maltrecho lobo a lo lejos. Se mantuvo alerta sin moverse.

La loba de ojos turquesa asintió ante aquellas palabras y se tomo su tiempo para poder contestar.
-La verdad es que mi estadía aquí es por brevedad, no planeo estar mucho tiempo del que estimé antes de venir- menciono con aquella armoniosa voz, tranquila y apacible.
Fue entonces que sintió una nueva presencia desconocida, sus músculos se tensaron, sus orejas se pararon, estaba alerta. Ladeó entonces su cabeza y clavó aquella salvaje mirada en el extraño ser que se posicionaba tras sus espaldas. La de blanco pelaje se levanto y camino hacia un lado de Matt sentándose a su lado sin perder la vista del extraño.
-¿Lo conoces?- le pregunto entonces en un susurro sin quitar sus brillantes del desconocido.

El lobo tardó un tanto en responder, analizando muy bien al sujeto que estaba enfrente. Si bien Matt no tenía la mejor vista, su olfato era infalible casi en todo.
-Fierce-Anunció finalmente, sin inmutarse pero tampoco bajó la guardia. A pesar del maltrecho estado del visitante, en varias ocasiones había aprendido que no debía subestimar ni a una sola mosca, pues podría llevarse sorpresas no gratas.-No lo conozco, no he hablado con él. Es nuevo... Oh, y que mal que te vas tan pronto-Le dijo, cambiando de tema de un modo un tanto radical-Hubiera sido interesante tenerte aquí más tiempo. El mundo es un lugar poco interesante y más cuando has visto todo

"Fierce" pensó entonces la loba blanca en su mente, archivado la imagen del lobo junto con su nombre en algún lugar de su basta y compleja mente. No fue hasta que volvió a escuchar a Matt que lo volvió a ver clavando sus intensos ojos turquesas en lo del macho.
-Uno no sabe nunca nada en cuanto al futuro, menos los oráculos ellos saben el pasado presente y futuros de todos-empezó a decir Amy- yo no se que será de mi, si lo que vine a hacer aquí terminará antes de tiempo o se alargará más- su voz era calmada, sabe y baja como si estuviera contando un secreto y no quería que el tercero recién llegado la escuchará-O quien sabe tan vez haya algo o alguien que se cruce entre mi misión y yo y me retenga por un largo periodo de tiempo-Aquella última idea le hizo plegar lado orejas como si no estuviera de acuerdo con ella. En verdad la joven Híbrida no podía permitirse que eso sucediera ni siquiera podía pensarlo, nada tenía que interferir entre ella y sus objetivos.

El lobo escuchó atentamente las palabras de Amy, tratando de identificarse con el significado. Tenía razón, el futuro era incierto, y más aún para él, que estaba en plena guerra junto con su clan. "Esa chica y yo tenemos algo en común", pensó, y eso era que su estadía en la manada no era producto de la casualidad ni como unas vacaciones. Aunque lo mantuviera oculto para la gran mayoría, había regresado a Luna Azul con una misión que aún estaba llevando a cabo.
-No creo siquiera que los oráculos lo sepan todo-Dijo al fin, más para el viento que para su acompañante. No la miró directamente, se concentró más bien en las copas de los árboles, moviéndose-Todo es cosa de casualidades. Es decir... un día estás de un modo y de pronto, boom, un pequeño grano de arena cambia el rumbo de las cosas-Finalizó en un susurro, casi hablando para sí mismo, de su propia vida.

La loba de pelaje blanco con conseguía despegar su mirada de quien al parecer se llamaba Fierce. Le llamaba la atención y mucho, quería saber todo le que pudiera sobre aquel individuo de cuerpo maltrecho y  poco cuidado.
Entonces la voz del Vollmond la saco de sus pensamientos, en ese momento plegó sus orejas y soltó un suspiro antes de que una niebla turquesina la rodeara y al desaparecer dejara a una muchacha alta, de atrapan-tes ojos jade, castaño, largo, pulcro y brillante cabello junto con una piel pálida. Llevaba puesto un vestido griego, limpio y reluciente junto con unos guantes de ceda color beige los cuales le llegaban hasta los codos.
— Es verdad — susurró mirando a Matt dede su posición, inclinando la cabeza levemente hacia arriba debido a que el lobo era más alto que ella. — Uno nunca sabe, el destino es incierto, es todo azar. —

El lobo la miró de reojo mientras se transformaba en humana. El la imitó. Irónicamente, aunque había nacido como un licántropo, no le gustaba del todo esa forma, más acostumbrado a permanecer con su forma humana después de haber pasado mucho tiempo de dicha manera.
Cuando se transformó, se hizo evidente la gran diferencia entre su forma lupina a la humana en cuanto a la altura. Como persona, Matt era apenas unos centímetros más alto que Amy y bastante inferior a sus compañeros del clan, siendo únicamente Folter más bajo que él. Sus ojos, azules y calmos, permanecieron vislumbrando el horizonte. Apenas esbozó una pequeña sonrisa.
-Que fácil es hacer introspecciones cuando estás con la persona correcta, ¿No es cierto?-Pensó en voz alta, apenas mirando de reojo a la hermosa chica que se posicionaba a su lado.

Amy miró entonces hacia el frente, clavando nuevamente sus ojos en Fierce. Suspiró ''Dime con quien andas y te diré quien eres'' pensó entonces aun viendo al maltrecho lobo, en su mente imágenes le invadieron, quedó perpleja al verlas, sabiendo involuntariamente el reciente pasado del, para sus ojos, desconocido lobo. Fue entonces cuando Matt habló que Rogue pestañeo desconectando su mente, poniendo atención a las palabras de su compañero.
Se tomo su tiempo, aun estaba impresionada por lo que había visto, esta fue la segunda vez que le ocurría a la híbrida en tener esas visiones que para ella eran perturbadoras. Tragó saliva y alzo lentamente la cabeza para después mirar a Matt, quien se había transformado en humano y ella ni cuenta se había dado.
— Si, es verdad — su voz se había tornado algo apagada y baja.

Matt no respondió enseguida, de hecho, no lo hizo. Supuso que la chica a su lado estaba demasiado ocupada metida en sus pensamientos como para prestarle atención a lo que pudiera decirle.
Miró hacia la dirección que fijaban los ojos de Amy, decepcionándose un poco que estuviera mirando aún a Fierce, pensó, quizá, que debía haber algo más interesante que aquél lobo medio muerto. No le impresionó en absoluto, y menos cuando era alumno directo de Durza, quien en la mayoría de las veces no mostraba piedad alguna con sus pupilos. De hecho, en alguna parte de su adolescencia temprana, había lucido de ese mismo modo, sino es que peor, durante sus entrenamientos. Inconscientemente se llevó la mano hacia el antebrazo izquierdo, donde tenía una de las cicatrices más profundas en todo su cuerpo. Jamás olvidaría ese día.

Parecía un chiste de mal gusto aquello ya que cuando Rogue le contestó a Matt no tardó en mirar de reojo y de mala forma a Fierce antes de volver a ver a Matt y su movimiento. Ahora su atención se había ido por completo del maltrecho animal para posarse plenamente en aquella herida mal cicatrizada.
-¿Que te sucedió ahí?- pregunto entonces de repente sin antes pararse a pensar si a su compañero le agradaba la idea de hablar sobre aquel tema, fue impulsiva y se podrida decir que algo maleducada al preguntar de esa forma. Fue entonces que se dio cuenta de su repentina 'falta de respeto' que desvió nerviosa y avergonzada la mirada hacia otro lado antes de susurrar un "perdón" debido a como actuó en aquel momento.

El chico sonrió tristemente ante la disculpa de Amy, y negó un poco con la cabeza. Era extraño, si bien era bastante arisco con extraños, en ese momento se sintió con unas profundas ganas de desahogarse.
-Tuve que matar a mi hermana, y digamos que no fue una pelea fácil-Fue lo único que dijo, pasando por alto todo lo que había tras ese incidente, como, por ejemplo, que había sido su última prueba para ingresar a su amado clan Setan. Tampoco mencionó que su madre aún no lo sabía, aunque, de pronto, no le daba gran importancia hacia ese hecho, al fin y al cabo, no era su hermana de sangre, sino una de las dos lobas que había adoptado junto con quien había sido su pareja antes de su padre, el cual tampoco le agradaba en absoluto. Además, pensó, su madre no tendría nada de que reprocharle, ya que fue por vengarla que había ingresado en el clan antes que nada.

~ Una espada me atravesó, fue cuando luche contra mi mentor para pasar la última prueba de finalización, en una misión, un extraño e inmenso animal me la hizo, yo mismo si querer~ presuntas respuestas que Amy había pensado en aquellos segundos de silencio que se habían creado después de haberse disculpado, más nunca se hubiera esperado esa respuesta. Estaba estupefacta ante aquello inesperado, ahora se sentía avergonzada, se sentía mal, apenada y culpable por haber preguntado aquello en vez de callarse lo. No sabía que hacer o que decir, no podía si quiera gesticular en aquel momento, hasta que por fin después de unos minutos de silencio (los.cuales.parecieron horas) trago saliva.
-Lo... Lo...- alzó la mirada para clavarle en Matt. Sus ojos verde jade ya no desprendían aquel brillo tan comun y especial que los hacia únicos- Yo lo lamento-murmuró entonces ceca- no debí preguntar, perdon-

Alzó los hombros de forma relajada, poco perturbado por el hecho de haber hablado de aquél hecho.
-Ya no importa, fue hace mucho tiempo-Y era verdad, cuando sucedió, tenía apenas unos 17 años, ya habían pasado aproximadamente 4 años desde aquél incidente-Además, tengo peores cicatrices-Agregó, más en forma automática que consciente. De hecho, apenas unas semanas después de haber terminado con la vida de la loba, enfrentó una prueba mucho más difícil que lo marcaría por siempre tanto de forma física como psicológica. Las casi imperceptibles cicatrices de su pecho y mejilla izquierda lo probaban. Al fin y al cabo, aunque muerto, Hamsa Saloumoon le había dejado un recuerdo eterno grabado en su cuerpo.

Rogue bajo la mirada hacia el piso mientras se acomodada los guantes de seda esperándolo hacia sus codos. Había silencio y ya no sabía que decir o hacer, tan sólo debajo con la mirada hasta detenerla en el.montículo de cadáveres de zorros; se había olvidado completamente de ellos después de que su mente se había fijado en Matt, a quien volvió a ver de reojo algo tímida quien sabe por qué, suspiro y cerró por unos segundos sus ojos.

-Lamento lo de los zorros-Dijo al fin, metiendo las manos en los bolsillos y bajando la mirada, como un chiquillo avergonzado de sus propias travesuras. Reflexionándolo bien, Matt realmente no sabía porqué había asesinado a las criaturas, fue simplemente un impulso estúpido y bajo que tuvo la necesidad de saciar, como si fuera una necesidad básica. No acostumbraba hacerlo, sin embargo en ese momento se sentía tan frustrado y enojado, que no pudo resistir el quitarle la vida a lo primero que viera frente a él. Para bien, no había sido la chica a la que acababa de conocer. No sería la primera vez que asesinaba a algún miembro de la manada, sin embargo realmente hubiera lamentado el quitarle la vida a aquella dama. Los zorros habían pagado por sus emociones encontradas, y en ese preciso momento no se sentía orgulloso de eso.