BOSQUE OESTE

Matt soltó a la niña y la dejó caer en una pequeña raíz para que se sentara, mientras que él prefirió la pose de loto, justo enfrente suyo. El sonrió de forma apenas perceptible, de cierto modo Alecia le recordaba un poco a él en el sentido de que a pesar de su corta edad, se sentía completamente cómodo con demonios rodeándolo, siendo Folter y Chaos sus únicos amigos en ese entonces, con quienes compartió gran parte de su infancia y adolescencia sin importarle ni un poco sus orígenes.
-Hola Tibbers-Saludó al oso como si se tratara de otra persona más. Siempre le había causado una gran intriga aquél muñeco de felpa, parecía como si tuviera vida propia-Veo que has traído a Alecia hasta aquí, aunque pudiste haber hablado con algún otro Setan para que me llamaran, estos lugares son peligrosos para ti y para Alecia
No mentía, sabía que en cualquier momento algún ángel, siguiéndolo, podría atacarlo y lo que menos quería era exponer al peligro a una inocente.

La pequeña miró atentamente a Matt hasta que terminó de hablar. Se quedó pensando por un momento y luego miró a Tibbers, quien hablaba en respuesta a lo que el Setan acababa de decir.
Alecia lo miró por diez segundos que se fueron volando al escuchar a su amigo inanimado. Luego sonrió y miró al chico frente a ella.
-Es verdad… - se limitó a decir. Pero calló de inmediato cuando Tibbers continuó hablando.
>>Alecia… el señor no escuchó palabra de mí. Pero ahora puede, siempre lo ha hecho, aunque quizá no lo había querido.<< Ahora, a oídos de Matt, Tibbers hablaba con una coz tan ronca, seca y estrepitosa como el fuego mismo. Para Alecia, sin embargo, el Osos seguía hablando como siempre, con una voz igualmente ronca, pero mucho más tranquila, pues para él, la niña era lo más importante y no quería alejarla de él nunca. Y ahora sólo ellos dos podían escucharlo. >>Le agradezco que me permita hablarle ahora. Muchos ignorantes no lo desean o no lo creen. Ustedes son diferentes… Ah… y gracias por preocuparse por mi niña.<< añadió.

El Setan sonrió de lado, al fin saciándose de su curiosidad de saber si en definitiva, el oso estaba vivo. Por supuesto que lo estaba... un demonio podría reconocer a otro enseguida.
-Bien dicen que el mejor logro del diablo es hacer que los humanos no crean en él. Contigo no es diferente, creo yo-Una vez que había escuchado hablar a la criatura, todo sentido de juego había desaparecido, ahora, en cambio, le hablaba con respeto, sabía de sobra que era un ente poderoso y lo merecía-No me agradezcas nada. En mis prioridades está, como todos en mi clan, el cuidar a los Crisvector como hermanos, porque son nuestros hermanos
Dicho esto, alzó una mano y le revolvió el cabello a Alecia, como si quisiera confirmar el gran cariño que sentía por ella y por todo su clan.

A Tibbers, como le gustaba llamarlo a Alecia, le llamó atención todo lo que Matt decía. Su forma de expresarse no era tan común en jóvenes como él, y menos en dimensiones como esta. Verdaderamente le daba gusto estar ahí y haberse decidido guiar a la pequeña hasta él.
>>Y dime, Beltza, ¿Dónde está la gente de tu Clan?<< Le preguntó en tono sereno y curioso.

La sonrisa casi se borró del rostro de Matt inmediatamente después de oír la pregunta del denominado Tibbers. Quizá estuviera al tanto de la  Guerra Santa, sin embargo, como todos, no supiera realmente la gravedad de esta.
Recordó a Madara y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Matt suspiró, tratando de mantener la compostura.
-Ellos están en la guerra-Dijo con simpleza-Tanto mis hermanos como yo estamos buscando, ya sabrás qué. Por eso es que regresé aquí con tanta urgencia.-Hizo una pausa-Tibbers, Alecia-Se dirigió a ambos seres-Si llegara a ocurrir algo ahora que están conmigo... huyan, no importa lo que pase, no me esperen ni traten de ayudarme, solo huyan. ¿De acuerdo?

Alecia soltó una risita que duró bastante tiempo. Tibbers le había dicho algo en secreto, y aunque ella creía que Matt también había escuchado, le pareció muy gracioso. El oso le había dicho de una manera muy infantil que lo ignorara...
-Ayer me comí un ratoncito... - habló la niña. y luego hubo un largo silencio.

>>Le conté una pequeña broma que involucra ratas<< Le aclaró el Oso al Setan. >>Y no, Vollmond, no estamos de acuerdo.<<

Matt rodó los ojos, más no pudo evitar contagiarse un poco también de la risa infantil y dulce de Alecia, aunque al fin su seriedad fue la ganadora al escuchar la segunda afirmación del demonio.
-No me hables de ratas, por favor-Bufó algo enojado-Están por todas partes y francamente me tienen harto.-Calló un instante, luego continuó-No es algo a negociar, por favor, tanto tú como yo queremos proteger a Alecia... no lo hagas más difícil

Alecia había comenzado a trozar pedazos del tronco y a clavarse gruesas astillas en sus pálidos y delgados dedos. Era un juego sin sentido de su creación, y parecía muy entretenida en ello, sin dar signos de dolor y con una tierna sonrisa en su rostro.
>>Precisamente... Beltza. Si te abandonamos como nos pides, tus oportunidades de vencer se reducen, y estando nosotros solos intentando escapar aseguramos que, si eres derrotado, nosotros seremos alcanzados e igual nos encontraríamos en la obligación de luchar, esta vez no podríamos evitarlo. Y aunque no fuera así, ¿con qué consciencia podría vivir esta niña que tanto te quiere? Alecia no es presa fácil para nadie, Setan, y si los dos peleáramos a tu lado lo será aún menos.<<

Matt se distrajo un poco del diálogo con Tibbers, para hacer una mueca de disgusto al ver el extraño juego que llevaba a cabo la pequeña. El chico tomó las manitas lastimadas entre las suyas y le miró las palmas, que ya sangraban un poco. 
Con delicadeza, le retiró cada astilla, una por una, hasta que no quedó una sola. Estiró una mano y la mojó en el pequeño lago, acto seguido, lavó la ajena con delicadeza y cuidado, más no dijo palabra alguna. Estaba pensando, si bien odiaba equivocarse, en ese momento debía aceptar que el demonio tenía razón en su argumento, y sin embargo...
-No dejaré que nada les pase-Gruñó de una forma un poco quebrada. Hacía nada había perdido a un compañero de manera trágica, y lo que menos quería era ver morir a alguien más-A ninguno de los dos. Si el tercer ángel se acerca, lo mataré con mis propias manos

La pequeña miró las manos de Matt por un instante, extrañada. De pronto esbozó una enorme sonrisa muy dulce y lo miró a los ojos con los suyos tan grandes y hermosos.
-Perdiste, Matt. - Dijo entre un montón de risitas emocionadas, no por haber ganado el juego, sino porque al fin alguien había "jugado" con ella.
El Oso, por su parte, no prestaba mucha atención a lo que ocurría. Conocía a la niña perfectamente, y sabía su extraña manera de ser.
Estuvo a punto de reír por la frase de Matt, pero sabía por lo recién ocurrido con otro Setan que no era el momento de ser sarcástico.
>>Créeme, Beltza. Nada malo nos pasará. De nuevo te agradezco que te preocupes por ella, pero estaremos bien, y estaremos aquí para ayudarte.<<

Matt sonrió un poco ante Alecia, comprendiendo al fin que no importara lo que hiciera, la niña lo seguiría considerando como un juego. No valía la pena regañarla, entonces, usaría otra táctica.
-Hay juegos más divertidos que este y que podemos jugar juntos-Le recordó con una cálida voz, sin dejar su media sonrisa atrás. Esta vez miró a Tibbers, suspirando resignado, quizá y el oso si tenía razón después de todo-Esperemos que no necesitemos ayuda-Respondió con simpleza, de verdad deseando que no fuera necesario.

Sorry I'm Late jijijiji
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El agua del río, helada por naturaleza, rodeo a la loba dejando ver una figura asimétrica y sin relieve para, después, dejar a la vista una figura vertical que de apoco fue tomando forma. La acumulación de líquido empezó a avanzar hacia el Volldmoon y la pequeña Crisvector mientras que de a apoco el agua iba volviendo al cauce del río para dejar en pocos segundos la forma de una muchacha de pelo largo y lacio, ojos color verdes y pálida piel. Unos guantes de ceda blancos perlados decoraban desde sus dedos hasta el codo, mientras que un vestido Egipcio le cubría casi todo el cuerpo, menos los hombros y brazos. Se acomodo al lado de Matt y miro a la Crisvector esbozando una leve pero linda sonrisa amistosa, no había escuchado la conversación por educación, pero aquella niña le llamaba mucho la atención.

La niña se apresuró a tomar al Oso entre sus bracitos y lo apretó contra ella con fuerza. Lo acarició con su mejilla mientras sus enormes ojos veían con descarado encarnizamiento a la chica. Pero luego de su siniestra mirada, la niña comenzó a reír.
-Sal de ahí o comenzarás a arder. - y volvió a reír mientras arrullaba a su Tibbers aún abrazándolo con ternura, pensando en un juego nuevo para Matt.
El Oso no volvió a hablar para nadie más que Alecia.

Matt, que ya estaba se empezaba a acostumbrar a las reacciones de Alecia, sonrió un poco y la llamó con la mano, invitándola a que se sentara en sus piernas. 
-Es una amiga-Le dijo a la niña obviando que hablaba de Amy, aunque dudaba mucho que la pequeña hiciera algún cambio-¿Has decidido ya algún juego?
Miró a Tibbers, quien permanecía callado. Se sintió algo decepcionado, le hubiera gustado seguir hablando con él, y sin embargo ahora no era el momento. Ya tendría lugar la plática.

La mujer con cuerpo adolescente quedó atrás de las espaldas del Setan, mirando a la niña con tranquilidad, sin inmutarse de la forma en que ella le devolvía la mirada o del comentario que le había dado. Por el momento no habló, ni si quiera para presentarse cuando Matt había dicho que era su amiga, algo que en verdad le sorprendió ya que ella no tenía amigos o por lo menos nadie la consideraba como una amiga.
« Eh, deja de pensar en eso y mueve tu trasero para aquí » una fémina voz gruño en la mente de Amy, algo que hizo que la muchacha ponga mala cara, enojada por el comentario. Meneó la cabeza y miró nuevamente a Alecia antes de clavar su verde mirada en la nuca de Matt.

Para la pequeña era completamente normal hablar como lo había hecho. Al haber pasado casi toda su vida en un calabozo, Alecia no tenía idea de cómo tratar a una persona. No podía diferenciar entre lo educado, lo amistoso o lo perturbador. Para ella todo lo que le divertía era bueno para mencionar. Y su actitud, que para ella era normal, no cambió en ningún momento.
-A veces me gusta quemar a los que gritan mucho… - le propuso a Matt, pero creía que quizá no lo encontraría tan divertido. Era más un juego de una persona. - ¿Tú tienes un juego, Matt? – le sonrió con los enormes ojos jade clavados en él.

"Hay muchas personas a las que me gustaría quemar", pensó Matt, adoptando una lúgubre mirada por apenas un instante. Y sí, últimamente se había sentido cansado y abatido, con ganas de hacer arder el mundo para acabar con sus problemas.
-Propongo que cacemos ratas-Alzó ambas cejas, en una clara invitación a que participara. Sabía que Alecia no diría que no, más no en ese momento, no era precisamente el mejor.

Algo la invadió por dentro, en si era algo raro ya que parecía ser un sentimiento, pero bien no se podía clasificar. Aun miraba a Matt al tiempo que lo escuchaba hablar proponiendo la cacería, separó sus labios para decirle algo más cayo cuando sintió aquella presencia nuevamente en su mente. Su mirada pronto se deslizo al suelo a la vez que Amy daba media vuelta y se encaminaba hacia el río que pasaba a unos metros de donde su compañero y la niña se encontraban.

Alecia rio con la propuesta de Matt.
-Sí, vamos. – se apresuró a decir. Luego se acercó a su pequeño oso de felpa al oído, como si le estuviera contando un secreto. Y comenzó a reír muy fuerte, tanto que le dolió estómago. Se acercó a Matt y le acercó el oso ahora a su oído, como esperando que él también se enterara de la broma que para ella resultaba graciosísima.

Matt estaba tan embelesado con Alecia, que olvidó casi por completo a la mujer que estaba atrás de él. Con un anormal giro de cuello, la miró sin hablar, disculpándose un poco, mas su expresión se volvió extraña al darse cuenta que la chica tenía un gesto poco amigable. No era la primera vez que sucedía en la velada y quizá no sería la última.
-¿Estás bien?-Le preguntó con genuino interés, alzando la ceja, mientras que con la otra acariciaba la melena de quien consideraba su hermana pequeña.

La mujer parecía estar desquitándose con el líquido que pasaba en frente suyo, frenando su recorrido de vez en cuando, separando grandes masas de agua al tiempo que la 'estampaba' en algún lugar. Todo era así hasta que Mat le habló, se volteó y lo quedó mirando sorprendida viendo que en verdad estaba interesado por su estado de animo.
-Es solo esta mujer aggg... me da repulsión y me hace enojar el hecho de saber que tengo que compartir la mente con ella - tomo aire y de a poco fue abriendo los puños al tiempo que el agua volvía a caer en el cause del río para seguir su camino- Además, dentro de poco tendré que irme por una urgencia del Clan al cual supuesta-mente pertenezco, pero...- tomo aire y clavo sus ojos en el Setan- Perdón pero escuché apenas un poco de tu conversación y no podría dejarte solo si aquel Ángel apareciera.-

-Matt puede matarnos a todos... - Interrumpió la niña dando saltitos en la tierra y cantando. - Cenizas. Cenizas. Todas ella caen... - Seguramente la niña se refería a que Matt era perfectamente capaz de derrotar al tercer ángel. O al menos en eso depositaba su confianza ella.

-Oh, no has de preocuparte por eso-Negó con la cabeza suavemente, refiriéndose a la última afirmación de la chica-Me he enfrentado a cosas mucho peores. Si tu clan te necesita, ve con ellos. Además no estoy solo, si los llamo, mis hermanos vendrán y me ayudarán. Siempre lo han hecho
Su afirmación era, sin duda alguna, haciendo referencia a su solitaria infancia y adolescencia, cuando el clan Setan lo había acogido con los brazos abiertos, brindándole una nueva familia.

Debatió en su interiorquello que Matt decía. No podía negarlo era cierto, más no podía dejarlo sólo allí lo veía mal, lo veía incorrecto. Suspiro cerró sus ojos por unos segundos, escuchando a la niña de vez en cuando.
- No, aún no me necesitan. Todavía no llegaron los demás miembros.- aclaró.