Hannibal Lecter Setan vs. Isis Crisvector

Una risa gélida resonó desde lo más profundo del pecho del híbrido.
-Oh, no, señorita Crisvector, mi intención no es convertirla en una de mis víctimas o engañarla, claro que no, usted me pidió respuestas, y yo se las estoy dando. No espero que me pida perdón, ni a mí ni a Durza, y aunque lo hiciera, no cambiaría en nada el hecho que lo dejó destrozado. ¿Se merece una disculpa? No lo sé, eso es asunto de usted y su conciencia.-Volvió la mirada y en ese momento, a su lado, apareció una ilusión del Sombra, que caía de rodillas después de haber vomitado grandes cantidades de sangre. Desapareció tan rápido como inició-No es cuestión de que usted o yo le abandonemos, muy en su interior lo sabe, ¿Verdad?, y es por eso que sigue mis... ¿Cómo lo llama usted?, ah, sí, mis "exageradas palabras adornadas". Está tan desesperada como yo de buscar una solución, un pequeño punto de luz que pueda guiarlo hacia un nuevo comienzo, pero no lo encontrará.
En ese momento el poco rastro de Hannibal que quedaba en aquél ente apareció, dejando ver el grado en el cual le afectaba el estado de su amigo. "Ayúdame a regresarle la luz, Isis" Pareció decir con la mirada, sin embargo esta desapareció por completo para dejar ver de nuevo a la disociación.
-Ojalá el tiempo nos sobrara, eso solo es posible dentro de la ilusión en las cual nos tiene sumidos, y sin embargo afuera, en el mundo real, los relojes siguen con su marcha, y el tiempo es tan precioso que no lo gastaré nuevamente en una batalla que usted y yo sabemos que no tendrá sentido alguno. Usted volverá a caer en mi Leiden y yo en su ilusión, nos sumiríamos en una paradoja interminable que ya he vivido anteriormente. No caeré en sus juegos tampoco, señorita Crisvector, es claro que el saber la realidad de tan famoso secreto de Durza quizá romperá sus barreras mentales, pero lamento decirle que no lo hará, no al menos hasta que él decida revelarlo, usted lo averigüe, o bien, el muera. Dígame algo, ¿Usted de verdad lo quiere, tanto como él a usted? Déjeme decirle, Isis, que desde que la conoció no ha vuelto a revolcarse con nadie como era su costumbre. Demasiado difícil para quien fuera el demonio de la lujuria, ¿No cree?
Sonrió nuevamente, sus colmillos brillaban. Toda, absolutamente toda la información dada por el híbrido era cierta... salvo que faltaba algo, aquél toque de humanidad necesario para entablar una conversación empática. En cambio, en ese momento Hannibal arrojaba únicamente datos fríos, estádisticos.

Isis arqueó las cejas. Dio señales del calor en su pecho y los nervios en su estómago. Pero le sostuvo la mirada en todo momento. Cuando logró divisar a Hannibal, su actitud se reafirmó.
-Búrlese de mí cuanto quiera, pero deje de lado a Baranguer y a Lecter. Si tanto le teme al tiempo, aproveche lo que le queda, señor. ¿Qué es lo que quiere escuchar ahora? No, no me siento desesperada por salvar a Durza, lo que le pase me da igual. Sí, lo amo mucho más de lo que él a mí. – Dijo ambas frases con el mismo tono, algo distraído y apresurado. – Me llamará falsa de cualquier forma. Usted no quiere saber nada de lo que yo pienso pues cree conocerlo todo ya. Sí, le llamo a sus palabras “adornos” ¿Acaso no lo hace usted también? ¿De qué le sirven si no es para destruir a otros? Es lo que aun intenta, ¿no es así? Sigue con las mismas intenciones hostiles con las que apareció, con las que aparece cada vez. Pero sepa una cosa, señor… que yo no me apartaré del lado de Durza… y no seré la única. No importa ya que no quiera decir nada, quizá ni usted mismo sabe lo que pasa a su alrededor, sus palabras son inútiles. No vale la pena seguirle escuchando. Es inferior a Hannibal, usted no es más que un ente con menos fuerza y menos inteligencia que el señor Lecter. Su risa y sus frases adornadas – dijo con énfasis – no me intimidan más que él. Puedo ver que lo sabe, y entonces… ¿Cuál es el motivo de que esté aquí frente a mí?

-Siempre he estado frente a usted, Isis, solo que no puede verme, o mejor dicho, no quiere verme, como todos los demás. No soy inferior a Hannibal, ni él lo es a mí, él y yo somos lo mismo, un ser de dos mentes o dos mentes dentro de un mismo cuerpo, como quiera verlo, señorita-Dejó la frase al aire, ni siquiera se esforzó un poco en seguir tratando de explicar su relación con su alter ego.
Suspiró y chasqueó la lengua, jamás perdiendo todo su orgullo y arrogancias. No había rastros de ira en su voz o en su semblante, solo estaba aquél deseo tan primitivo y reprimido, el de humillar, destrozar y componer con las palabras.
-Usted me dice varias cosas, Isis, entre ellas que no le intimido, sin embargo veo en usted una contradicción tan grande que sorprendería al mismísimo Z. Dice algunas cosas pero su cuerpo y actitud comunican otras. Titubea al hablar de Durza, dice que lo ama, pero su voz se quiebra, su estómago se encoje e incluso se da el lujo de hacer una mueca. ¿Qué sucede? ¿Tanto es así el amor que dice tener por él?, ¿O, por el contrario, no puede ocultar que quizá esta sea una de sus misiones de gran rango, donde tenía que engañar al Sombra para llevarla a cabo? Piénselo, Isis-Alzó los hombros despreocupadamente y se dio la libertad de sonreír. 
Hacía mucho, quizá demasiado, que no peleaban abiertamente. Toda la fuerza bruta había quedado de un lado, únicamente se encontraba la labia, el veneno que era capaz de ser inyectado solo a través de las palabras.
-¿Quién diría que al final esto se volvería más una batalla psicológica?-Alzó la ceja, esta vez hablando sin ofensa alguna, como un genuino comentario hacia su oponente, hacia quien, aunque no quisiera admitirlo, había desarrollado un gran respeto. Eran muy contadas las veces que la disociación llegaba a tal punto intelectual, una de esas veces se había enfrentado a alguna de tantas fanfarronas criaturas que se jactaban de su poder, destrozándola mentalmente en segundos inclusive para su propia sorpresa. Pero Isis era diferente, muy diferente, se enfrentaba a él altiva, sin arrogancia y con una valentía envidiable de la cual carecían muchísimos seres.

-Se equivoca. Usted dejó de existir hace mucho tiempo, si no fuera así ¿Qué le hace creer que el tiempo no sobra para nosotros? ¿O es que se repite lo que hace tantos años pasó entre usted y Hannibal? Diga lo que quiera, yo no los reconozco como la misma persona. Hannibal tampoco, y me atrevería a decir que ni usted mismo cree en sus palabras. – Ella apartó la vista por un momento, viendo el lugar donde Durza se incara momentos atrás, un leve parpádeo en el tiempo. Isis soltó una lágrima, su pecho temblaba levemente y su nariz enrojeció en un instante, su respiración se agitó con pánico mal escondido. Apretó los labios para no soltar los enormes suspiros que claramente guardaba en sus pulmones agitados, temiendo que él la viera como un objeto débil. Las manos le temblaban, denotando un sentimiento entre la ira y el dolor, no apartó la vista de aquel lugar y, de manera súbita, como si el espectáculo hubiera terminado de un solo golpe, sin espacio siquiera para una milésima de segundo, su cuerpo recuperó la calma, toda ella se veía más tranquila que la muerte misma, y lo miró directo a los ojos, dejándole a obviedad que había pretendido todo el drama. Habló con un tono sumamente calmo y un tanto altivo – Usted lo ha dicho. A veces tengo que engañar. A veces actúo sólo para ocultar algo, o para hacer creer que intento ocultar algo… quiere hostigarme, “mostrarme” que lo hago ahora con Durza, que le engaño en todo lo que le digo, pero eso sólo me dice que entiende la magnitud de mis embauques. Sé fingir, señor, ¿Qué le hace creer que no puedo ocultar lo que siento por Durza? O, permítame reorganizar mi pregunta. Si según usted no soy más que engaños y buenas actuaciones que ocultan el miedo ¿Por qué no ocultarle todo?… ¿mi voz quebrada, el encogimiento de mi estómago, mis muecas y mis titubeos? ¿Quiere que pretenda que sí me intimida? – Aun lo miraba con cierto desagrado, revelando que no podría sentirse inferior ante él. No era Hannibal, no para ella, y por tanto no merecía su respeto o admiración como el verdadero. – Intente de nuevo, señor. Busque de alguna forma reconocerse a sí mismo como un ser existente… después de todo, ¿Quién más podría creerlo si no es usted?

-Entre Hannibal y yo nada ha pasado, señorita. El nació conmigo y yo nací siendo parte de él. Mientras él viva, yo viviré, soy tan real como él. Intenta reprimirme, por supuesto, sin embargo, como se dará cuenta, yo siempre termino apareciendo le guste o no. Es cierto, su poder es inigualable, Minos y yo somos reprimidos constantemente... pero bueno-Lanzó una pequeña risita-Y se por muchas fuentes, señorita, que usted es de las mejores espías existentes en todo el universo, eso me queda muy claro, igual que usted decide mostrarme lo que quiere que yo vea. Pero el hacerlo tangible no hace la diferencia entre que lo sienta o no, ¿Verdad? Lo que usted sienta o no, no es asunto mío, mi único deber es el que estoy llevando a cabo ahora mismo. Si resulta o no, tampoco me interesa, solo hago lo que debo y quiero-Alzó los hombros, como si le quisiera restar importancia a la afirmación previamente dicha. Sonrió de nuevo-"Soy desde antes que todas las cosas. Soy el Dios de Dioses, soy el Señor de la Oscuridad, y amo de Magos. Soy el poder y el conocimiento, soy el génesis y el apocalipsis, el alfa y el omega, el primero y el último, el principio y el fin" ¿Le parece conocido? Por supuesto que sí, es la catarsis que Hannibal hace siempre que siente una disociación aproximarse. ¿Sabe que es lo curioso de ella? Finnegan se la enseñó, pero no es más que un conjuro para invocarme, para atraerme, y él lo sabe, sabe que yo estoy ahí, y que la única manera de distraerse es irónicamente pensando en mí, en todo lo que soy capaz de hacer y es eso mismo que lo hace juntar fuerza para reprimirme. Creo que no lo ha entendido muy bien, Isis, no soy un ente externo a Hannibal, tampoco soy un parásito o una plaga que se insertó en él, yo se cosas que no quiere admitir, que no quiere ver, soy testigo de toda su vida, de todo su dolor, quien ha retenido todo su odio, ira y tristeza. Todo lo horrible de su ser, la parte que su recatado comportamiento le impide mostrar, lo negro de su alma, eso soy yo. Mis nombres son Id y subconsciente.