Hannibal Lecter Setan vs. Isis Crisvector

Hizo aparición una figura que iba más allá de la perfección. Cuando Isis Crisvector llegó, tan hermosa y elegante, el viento se pareció estremecer y las rocas en el suelo a su alrededor ardieron al rojo vivo, los elementos en los alrededores del volcán se pusieron de acuerdo para aclamar su belleza inigualable. >>Turno del Doctor Hannibal.<< pensó. >>Ahora estoy segura de...<<

El híbrido llegó al lugar, elegante y silencioso, como solo él podía serlo. Sonreía ligeramente, contemplando con parsimonia el hermoso paisaje que se extendía a su alrededor. 
Sintió como las rocas se incendiaban ligeramente y su sonrisa se ensanchó, sabía que su oponente había llegado. Igual sabía que el terreno no estaba a su favor, y eso únicamente le emocionó más, adoraba los retos. 
-Buenas tardes, señorita Isis-Le saludó con su típica cortesía, asintiendo levemente con la cabeza. Alzó la ceja, esperando a que la chica hiciera su movimiento, mientas inspeccionaba rápidamente todo el terreno.

-Buenas tardes, doctor Hannibal... - se acercó hasta él sin intensiones de atacarlo y, a pocos centímetros de él como si la batalla entre ambos no existiera, continuó: - Por fin un juego de ingenio... Hace tanto que he querido un reto mental en una batalla... - rió suavemente. - Será un placer enfrentarme a ti.
Isis inclinó su cabeza en señal de respeto, emocionada hasta los huesos por enfrentarse a alguien del intelecto de Lecter. Por primera vez en mucho tiempo se vería obligada a usar su astucia en combate. Esta pelea valdría la pena. Con un movimiento grácil y silencioso, regresó a su posición original, preguntándole con la mirada al caballero frente a ella si podían comenzar.

-Lo mismo digo, señorita, estar frente a frente con una afamada espía y mano derecha de Z sin duda me emociona-Afirmó con toda la sinceridad que pudo-Además usted logró conquistar el corazón de Durza y ponerle frenos a su incansable lujuria, sin duda usted, Isis, tiene algo especial en mente y alma que me da una curiosidad tremenda
Acto seguido, sacó sus garras de energía negra. Rió un poco para sí mismo, como si acabara de hacer la mejor broma del mundo.
-Lamento el cliché-Se dirigió a Isis en clara alusión a su poder-Sin embargo no puedo evitarlo. Bien, empecemos
Acto seguido, con una fuerza increíble, golpeó el suelo, haciendo una gran grieta que fue directo hacia Isis, deteniéndose a escasos milímetros de los pies de la hermosa chica. A la par, una gran cantidad de oscuridad se materializó en forma de tentáculos, con claras intenciones de tomar a la chica.

Pareció que de la grita salieron pequeñas mantas invisibles que distorsionaron la visión ligeramente a su alrededor, pero sólo por unos segundos, en ese mismo instante, Isis, que había saltado a gran altura para evitar los tentáculos -por al menos unos segundos- cerró sus puños, y el mismo tipo de manta invisible pareció entrar a ellos.
-Descuida, doctor, otros ya me han acostumbrado a los clichés... - le dijo entre risitas aun en el aire. En ese momento, abrió sus puños, y las ondas sonoras que había estado guardando y que había sacado del tronchar en el suelo salieron disparadas a gran velocidad a una escala mucho mayor, multiplicando su tamaño y rapidez al colisionar entre ellas a una velocidad invisible, dirigidas directamente a Hannibal.

El híbrido cruzó los brazos sobre su pecho y cara instintivamente, preparándose para el impacto. Sabía de sobra que sería casi imposible evitar la rapidez de las ondas sonoras, por lo que prefirió protegerse. Cuando hicieron contacto, Hannibal fue despedido unos metros atrás, sin embargo no perdió el equilibrio, sino que sus pies, firmemente colocados, se arrastraron por la tierra hasta quedar parcialmente enterrados. 
"Ahora", pensó. Apenas se hubo detenido, abrió los ojos y en un abrir y cerrar de ojos, ya había convocado a los tentáculos de oscuridad, dirigiéndolos con enorme rapidez hacia la espalda de su contrincante. Los manejaba con los dedos, como si fueran marionetas. Sus brazos protestaron, algo magullados debido a las ondas de Isis.

La distracción le falló a la bella pelirroja. No se había dado el tiempo de bajar al suelo con tranquilidad para ocultarse de sus múltiples enemigos tentáculos. Sombras... sombras... quizá pueda funcionar.
La joven envolvió se perfecta figura en poderosas e intensas Llamas Blancas, no tenía tiempo para otro tipo de reacción. Esperó a ver cómo actuaban los tentáculos, mientras las mismas pequeñas mantas invisibles se presentaban alrededor de sus puños pero en menor cantidad. Extendió su cuerpo lo mejor posible, si el fuego no funcionaba debía tener la mayor libertad posible para librarse de aquello tentáculos.

Los tentáculos la tomaron por las extremidades, más sin embargo cuando se vieron envueltos en el fuego de la chica se retrajeron un tanto, como si les causara un dolor tremendo. Pero lograron resistir lo suficiente.
Hannibal ya había hecho su movimiento. Sin titubear, corrió a una velocidad impresionante y atacó a Isis con sus garras de energía negra a puño abierto. 
El híbrido no pudo dejar de pensar en lo bellas que eran aquellas llamas blancas que inmolaban a la pelirroja, ni siquiera a centésimas de segundo que su golpe impactara.

Isis fue lo suficientemente rápida... al menos mentalmente. Su brazo izquierdo incrementó su temperatura  varios cientos de grados, dándose la oportunidad de aligerar la presión del tentáculo que, ahora entendía, podía sufrir daño físico. Liberada -al menos un poco- de su brazo izquierdo, Isis logró amortiguar ligeramente el poderoso golpe de Hannibal. Al contacto con su garra, Isis hizo que las Llamas Blancas se conectaran con Hannibal, y envolvieron el brazo del joven hombre mientras Isis caía víctima del impulso de su fuerza. Pero no podía darse el lujo de perder el equilibrio, ni de apartar la vista de alguien tan veloz. Cayó de pie, agrietando el suelo bajo ella por la fuerza de la colisión. El suelo... claro. Isis aprovechó el calor del lugar, tomándolo como base para incrementar la temperatura del ambiente a una prácticamente insoportable. Las ondas de calor también comenzaron a agruparse en sus puños.

Fue obvio que, ante la quemante sensación, tanto los tentáculos como Hannibal retrocedieron instintivamente. El hombre se alejó varios metros previendo algún otro ataque físico.
-Ouch-Dijo para sí mismo viendo como su brazo sufría las quemaduras del ataque de la chica.-Definitivamente es usted muy interesante, Isis-Intentó mantenerse estoico y sin embargo no pudo evitar sonreír, aunque no en su objetivo, sus garras habían logrado hacerle un rasguño en el brazo... suficientemente grande como para que su veneno empezara a hacer efecto.
Unas pequeñas gotas empezaron a perlar su frente, producto de las altas temperaturas. 
Contrajo su brazo lastimado -el izquierdo- y las garras del mismo desaparecieron. La extremidad estaba claramente lesionada y posiblemente inutilizable si no la dejaba reposar por un tiempo.

-Doctor Hannibal... - le sonrió con esfuerzo... - ¿A caso acabas de envenenarme? - La manta invisible se intensificó con sus voces. Isis rápidamente golpeó su brazo izquierdo con los nudillos de su otra mano, bloqueándolo por completo. Si bien no detendrían el dolor del veneno que se expandía, lo podrían retrasar. - ¿Te parece si quedamos iguales? - le preguntó aun sonriendo y emocionada por continuar. Dejó su brazo izquierdo colgar a su costado, y se preparó con el derecho, donde suficientes ondas acumuladas parecían a punto de estallar y distorsionaban la imagen de todo a su alrededor en un diámetro de un metro, a pesar de que Isis las estaba comprimiendo al máximo.
Las ondas de calor que despedía el volcán comenzaron a condensarse formando una capa de humedad hirviente. Podía sentirse su calor a varios metros, y la energía calórica se dirigió con rapidez al cuerpo de Hannibal en forma de veloces ondas, mientras ella seguía acumulando sus propias ondas en la mano derecha.

-Lo lamento, señorita Isis, le tengo un gran aprecio sin embargo una pelea es una pelea-Dijo el híbrido. Su vista empezó a distorsionarse debido a las ondas sonoras. Bien, si no podía utilizar sus ojos, usaría el resto de sus sentidos.
Agudizó el olfato, sin duda el que mejor tenía desarrollado para ubicar a la dama. 
Viendo el inminente impacto de las ondas de calor, se transformó en lobo, fase en la cual tenía claramente una resistencia y agilidad mayores. Saltó y esquivó unas cuantas, pero debido a que tenía una extremidad lastimada su velocidad se redujo, por lo que otras más si lograron alcanzarlo. El denso pelaje logró amortiguar un poco el calor, sin embargo era tanto que irremediablemente se vio afectado.  
Los tentáculos, antes estáticos, respondieron a una primitiva orden de las garras de su dueño y se transformaron en una bestia de tamaño medio que corrió hacia la mujer con sus fauces abiertas.

-Supongo que así es... - sopló. - lo dejaré envenenarme por hoy... como lo aprecio tanto no le contaré nada a Durza... pero sólo por hoy. - Le sonrió, cada segundo de su conversación más concentrada en la criatura frente a ella, como su mente incomparable le permitía. Tenía claro que no peleaba contra un simple cúmulo de energía, se trataba de un ente, casi un ser vivo, debía volcar eso en su ventaja. Juntó sus labios, como cuando se silba, y con el sonido ligero de un beso, poderosas Llamas Blancas salieron de ellos como una torrentera de fuego, un lanzallamas de gran potencia dirigido directamente a la bestia.
>>Dobla<< dijo en su mente, y las ondas de calor que fallaran su intento de golpear al híbrido retomaron su camino, y comenzaron a perseguirlo a gran velocidad.
-Recuerda que soy multitareas, doctor… - rió ligeramente. - ¡Inferno! – Gritó con el propósito de acelerar su producción y absorción de ondas sonoras en su puño, las palabras de Hannibal también aportaban a eso, todo sonido, respiración, palpitar, viento y palabras eran fuente del sonido que Isis acumulaba en su blanco y suave puño. Obedeciendo sus órdenes, dos enormes remolinos de fuego grisáceo se colocaron a los lados de Hannibal para impedirle el paso. El calor se multiplicó en intensidad, e Isis regresó a su batalla contra la bestia, escupiendo llamaradas intensas hacia él.

-Oh, señorita, si le contara yo a Durza que usted me incapacitó de un brazo, supongo que se metería en problemas igualmente. Habrá que considerarnos afortunados que nuestro estimado Sombra no se entere de lo que suceda en esta pelea, ¿Verdad?-Movió la cola y, aguantando olímpicamente el dolor de su pata izquierda, corrió a una velocidad increíble al ver que las ondas lo perseguían.
Vio los remolinos y aguantó la respiración, era obvio que no podría esquivarlos... entonces no lo haría. Saltó hacia el intenso fuego y un resplandor plata asomó de su cuello... el collar de Erised creó un campo de fuerza a su alrededor, protegiéndole parcialmente de las llamas al pasar a través de estas. Hannibal suponía que las ondas de calor que lo perseguían impactarían contra los tornados, así que en su mente se figuró que o estas se detendrían o los tornados desaparecerían, lo que fuera, era ventajoso.
El lobo, ligeramente chamuscado, tomó impulso hacia la chica que peleaba contra su creación y abrió las fauces, decidido a morder.

Aun soplando llamas a la criatura, Isis logró divisar todo lo que hacía Hannibal. Desde el momento en que, dejándola sorprendida, Hannibal cruzara su remolino de fuego, sabía que iría hacia ella. >>Dobla<< se repitió, y las ondas corrieron a la par del lobo, impulsados por el sonido que dejaba Hannibal con su voz y retomando al chocar contra estás una velocidad similar a la del poderoso híbrido. Las ondas de calor se interpusieron entre él y la chica, comprimiéndose y multiplicando su cantidad y calor al chocar entre sí. Justo antes de que Hannibal la mordiera, la chica giró su cuerpo para soplar las llamas al rival, llamas que se expandieron al encontrarse con la capa de ondas entre ambos la cual actuaba como un campo amplificador, las llamas causaron una destrucción catastrófica a su alrededor.
Sabía que ahora estaba descubierta a la bestia que había estado deteniendo, pero dañar al doctor con el que luchaba valdría la pena.

Las ondas impactaron en el lobo de una forma brutal y catastrófica, mandándolo varios metros hacia atrás. Chilló, claramente quemado además por el aliento de fuego de la mujer.
Cayó al suelo con un ruido sordo, incapaz de moverse. Más algo ahí andaba mal, ya que, apenas hubo impactado con el suelo, la figura del lobo se distorsionó por completo dejando ver que no era más que la criatura de oscuridad anteriormente convocada. A la izquierda de Isis, muy cerca, el verdadero Hannibal surgió entre el fuego.
La estrategia del híbrido había funcionado excelente,sabía que Isis no permitiría que un ataque tan obvio y de frente, así que, mientras que cruzaba el tornado de fuego, había cambiado posiciones con su creación de oscuridad. Si bien había tenido que soportar las abrasadoras llamas durante un intervalo de tiempo considerable, había valido la pena. Esta vez si que se abalanzó al torso de la chica con todas sus fuerzas, y mordió sin contener su poderosa mandíbula.

Isis soltó un grito incontenible. Sintió los colmillos de su rival clavarse en ella con fuerza, y la sangre cálida salir de su cuerpo. El grito fue lo último para el cúmulo de ondas sonoras en su puño. Sonrió.
-Durza se enterará de esto… - dijo con voz débil y la sonrisa leve sostenida. La fuerte mordida de Hannibal le había causado un daño irreparable, pero ahí, clavado en su cintura y aferrado a Isis, ella dio el primer paso a su plan. –Juegos de ingenio… querido amigo. – apenas susurró casi desvanecida por la pérdida de sangre.
Su estrategia había funcionado tan bien como la de su rival de intelecto. Sabía que él era aquella criatura, quizá con alguna duda, pero no podía darse la oportunidad de dejar las ventanas abiertas, debía estar alerta a toda posibilidad, y aquella parecía muy factible. Aprovechó la cercanía de su rival, y con las ondas suficientes en su puño derecho, alzo la mano y dirigió el golpe al cráneo de Hannibal. El impacto fue brutal. Las ondas se expandieron por todo el lugar haciendo temblar la tierra por un instante. Llegaron hasta el volcán, agrietando su cuerpo rocoso y finalmente haciéndolo estallar en miles de rocas ardientes que caían del cielo. Las ondas sonoras corrieron por el suelo, casi desintegrando todo a su paso, incluso los remolinos de fuego. Las nubes y el humo del cielo se escaparon del campo visual, empujadas por las ondas sonoras, e incluso el calor que agotara a Hannibal en un principio desaparecieron barridas por las nuevas, un pequeño sacrificio comparado con el daño que aquel golpe debiera causar. >>Juegos de ingenio con una leyenda…<< se repitió mentalmente, satisfecha de, al menos una vez, poder presumir que se enfrentó al gran Hannibal Lecter. Estaba ansiosa por saber cómo seguiría su batalla con el genio.

El lobo cayó al suelo obviamente aturdido por el terrible golpe que sufrió. Tuvo la suficiente energía como para transportarse a un sitio relativamente seguro, donde se transformó en humano. No duró mucho erguido, se vio obligado a encorvarse debido a que el tremendo golpe recibido aún causaba estragos en todo su cuerpo. Una pequeña línea de sangre salió de su nariz y Hannibal la limpió lo más rápido posible.
-Quid Pro Quo-Le dijo en un suspiro, ignorando si su oración había sido legible o no. Era obvio el significado de sus palabras, si bien su mordida había ocasionado grandes estragos a nivel físico a Isis, el tremendo golpe que ella le había dado había hecho lo suyo con igual intensidad, salvo que a nivel cognoscitivo, Hannibal tuvo que reconocer que aún seguía aturdido y su pensamiento no era tan rápido. Tendría que recuperarse... ¿Pero cómo? Solo había una solución. Chasqueó los dedos y su criatura ya de nuevo en forma se irguió delante de él, protegiéndolo. Acto seguido, susurró aquellas palabras...
-¡Leiden!-Conjuró.

El dolor llegó de inmediato a Isis… comenzando por un calambre que le recorrió cada extremidad, y luego un dolor agonizante por todo su ser… El gritó que profirió no alcanzaba a describir su dolor.
Sabía que no había forma de escapar, no del Leiden. Sólo tenía una opción; esperar a que la primera fase no la acabara por completo. La segunda era un ataque mental, Isis probablemente podría con aquello, por ahora debía concentrarse en dominar el dolor físico. La tortura resonaba en la herida de su cintura, que sangraba cada vez menos, pero que padecía cada vez más. Con gran dificultad, se puso de pie. Apretó los dientes para dejar de gritar… y pensó…
>>Lecter sufrió daños en el cráneo, el mareo que le pude haber causado debe ser la razón por la que el Leiden no me tiene agonizando en el suelo… Lecter no está del todo bien mentalmente.<< La sangre comenzó a brotar de sus labios, la concentración necesaria para ignorar en lo posible el dolor del Leiden estaba destrozando su interior. >>Quizá no pase a la segunda fase… quizá yo pueda impedírselo… Su daño es en su mayoría cerebral, si encauzo mis ataques en su mente…<<
-Quid Pro Quo… - le repitió en un susurro sin muchas esperanzas de que fuera escuchado por Hannibal. – Perceptio… - acotó con las pocas fuerzas que tenía, devorada por el Leiden.
En el momento en que se vio obligada a enfocarse en su propia técnica, el dolor regresó tan intenso como debía ser a su cuerpo, pero Hannibal no podría irse libre… Isis tenía que emparejar las cosas.
-Primera danza… Olfato. – Cayó de rodillas, pero se apresuró a continuar. – Segunda danza… Vista. – Su cuerpo se encontraba ya en el suelo, se quejó por el dolor del Leiden, pero debía continuar. – Tercera danza… Oído.
Abrazó su vientre con fuerza. ¿Cuánto más podría durar el Leiden? No estaba segura de ello, sólo podía seguir intentando resistir. El Perceptio debía ser suficiente para distraer a su rival y ponerlo en una situación similar. Sin forma de encontrarla, el ataque debía ser en el área y no directo… probablemente el Leiden se iría pronto.

Una ola de desesperación primitiva se apoderó del híbrido al verse privado de su sentido más preciado, ya no podía oler nada, apenas y podía respirar. Acto seguido, su visión se nubló hasta que quedó en completa negrura y por último, sintió como su oído se iba opacando cada vez más y más, como si estuviera sumergido en un tanque con agua. El híbrido estaba claramente en apuros, y su aturdimiento no lo dejaba pensar rápidamente.
Analizó todo lo que podía, había sido privado de sus tres sentidos principales, le quedaban el gusto y el tacto, no podía hacer mucho con estos pero algo debía hacer. No tardaría mucho en perder ambos, por lo que se decidió a explotarlos lo más que pudiera. Se sentó en posición de loto y bajó la cabeza, mientras que con las manos tanteaba el suelo, acostumbrándose a la textura, temperatura y propiedades en general, sabía que estaban en un piso de roca volcánica principalmente. Luego repasó en su memoria el terreno, si se había detenido al inicio de la pelea a observar el campo no había sido solamente por mero altruismo, claro que no. 
Por último, decidió su jugada. Liberó a Isis del Leiden, que mantenía su energía enfocada en gran cantidad. Si bien no había sido tan poderoso como el hubiera querido, sus estragos ya había hecho claramente. El animal que lo custodiaba igualmente desapareció. Aún tenía la sangre de Isis en la boca y degustó el sabor, impregnándolo en su memoria. Acto seguido, de su cuerpo empezó a emanar una gran cantidad de energía negra hasta materializarse, formando una figura idéntica a Hannibal de una coloración oscura. Si bien el híbrido no sabía donde se encontraba exactamente su oponente, su creación sí, podía identificarla a través de los datos otorgados por Lecter a través de la sangre en su boca. La criatura miró a Isis, esperando.

Al fin liberada del Leiden, Isis se puso de pie con gran dificultad, sólo para encontrarse con el clon de Lecter que la miraba con claras intenciones de terminar la batalla de una vez. El terror se apoderó de su vientre herido. Con la respiración agitada, cortesía de un dolor agonizante al que logró sobrevivir con un escape de emergencia, comenzó a alejarse. ¿Cómo podía aquella criatura saber de su posición, si Hannibal estaba incapacitado? Por su puesto… Se tocó el vientre cuya hemorragia se había detenido casi por completo. La sangre.
¿Qué sabía de aquellas extrañas creaciones? Eran entes vivos… criaturas que podían sentir, seres independientes de su creador… todo ello significaba una cosa, atacar al clon no acabaría a Hannibal, atacar a Hannibal no acabaría al clon. Ahora tenía dos enemigos… No. Sólo uno.
Se detuvo por un momento, su objetivo no podía cambiar. Hannibal era su rival. Ignoró a cómo puedo aquella nueva creación, protegida por apenas un muro alto de Llamas Blancas. Balanceó su cuerpo para que el brazo izquierdo se elevara, y mordió con fuerza entre el codo y el hombro, arrancando parte de su carne. Pero en lugar de chorros de sangre, las pocas gotas del líquido rojo se vieron opacadas por cantidad impresionante de ondas que emanaban de la herida. Salían con una tremenda presión, dirigidas a todas partes. Su cabello voló a la par de las ondas, y todo el ambiente se vio afectado por ellas.
-Sexta Danza: ¡Propiocepción! – Gritó. Pero esta vez no apuntó a Hannibal. Golpeó el suelo con las nuevas fuerzas en su brazo izquierdo; las últimas fuerzas de él, y las ondas electromagnéticas se expandieron por todo el lugar, como lo hicieran antes las sonoras. Todo lo que estuviera en su paso, Hannibal y su clon incluidos, perderían su propiocepción. Dos pájaros de un tiro… o mejor dicho, tres. Su brazo izquierdo perdió toda sensación después del golpe, y el veneno había retomado su curso, aunque a paso lento gracias a la herida. Se imaginó un reloj regresivo, tenía que acelerar su batalla. – Séptima Danza… - apuntó a Hannibal. – Kinestesia. – Finalizó.

Como pudo, Hannibal intentó ubicarla nuevamente. Su sangre estaba por todo el campo de batalla, pero era obvio que en algún punto se debía concentrar más que en los demás, era ahí donde se encontraba la chica. 
El clon miró en dirección hacia Isis, si bien su propiocepción había sido gravemente afectada y no sabía donde estaba él mismo exactamente, si sabía donde estaba ella. El clon se transformó en lobo, forma que le daba mejor equilibrio al estar apoyado en cuatro patas. Corrió a toda velocidad, dejándose guiar por la textura del suelo bajo sus patas y de vez en cuando dando uno que otro tropezón pero manteniendo el ritmo la mayoría del tiempo. 
Cuando estuvo cerca de la chica, saltó, sin embargo en menos de un segundo el lobo se deshizo y en cambio la energía de la que estaba formado se acumuló en un gran cúmulo denso y sin forma, envolviendo a Isis y dejando todo en una negrura total a un radio de aproximadamente seis metros a la redonda. Era como una niebla sumamente espesa que separaba al oponente del campo de batalla, como si estuviera en otra dimensión.

>>Esto lo pueden jugar dos, doctor Hannibal<< le dijo mentalmente. A pesar de que la oscuridad no le permitía saber exactamente en dónde estaba Hannibal, ya había conectado su mente con él, y el Perceptio seguía activo. Atacar fuego con fuego. Si Hannibal no estaba ahí, si había desaparecido y mudado su cuerpo y mente a otra dimensión, el Perceptio aún lo marcaba, si él la atacaba con la confusión, ella haría lo mismo.
-Vigésima Danza Perceptio: ¡Realidad!

De pronto el campo de batalla ya no era el mismo. Los pastos verdes iluminados por un sol púrpura bailaban con la brisa ligera. El olor del perfume que daba la naturaleza vestía todo el campo. Ahí estaba Isis, perfecta y elegante, sin herida alguna. Su marco era el cielo violeta que parecía distorsionarse como olas de mar. Ella lo miró directamente a los ojos con una enorme sonrisa.
-Buenas tardes, doctor Hannibal.

La oscuridad en el mundo real no hacía más que aumentar, más densa, más peligrosa. En diversos puntos, enormes fauces se dirigían a la chica para morderla, garras para rasgarla y puños para golpearla. El efecto del veneno seguramente ya estaría haciendo efecto, primero dolor, luego entumecimiento. 
-Buenas tardes, señorita Isis-Susurró. Una fresca brisa ondeó el flequillo del híbrido o al menos eso creyó. Sus sentidos habían vuelto de un momento a otro, sin embargo este no abrió los ojos y mucho menos se levantó de su lugar. Permaneció estoico, quieto, sin apenas reaccionar. No sabía donde estaba ni que era real o no. Cerró su mente ante cualquier estímulo externo, bloqueando sus sentidos únicamente a lo estrictamente necesario. Sabía que la mujer era una perfecta ilusionista y que podría tratarse de una de sus trampas... por lo que decidió utilizar lo único que ella no podría quitarle, su concentración. Se dedicó casi única y exclusivamente a su último ataque ejecutado, el manto de oscuridad.