Acantilado "Ojo de Dios"

Ella no, pero los dragones si se habían percatado. La gran mayoría se alejaron, mas el de mayor porte permaneció a un lado de la dama de cabellera azul, mirando amenazante a los dos recién llegados. Neith siguió los ojos del animal, para encontrar a lo lejos al hombre y a la niña.
Su mente debatió profundamente si acercarse o permanecer alejada, aunque poco después comenzó a caminar. No sabía porqué lo hacía ni con qué fin, estaba concentrada en llegar hasta ellos, y continuo qué decirles. No era normal verla hablar, pero en su condición de recién llegada prefería hacerlo.

El híbrido no tardó en darse cuenta de la mirada que le dirigía el dragón. Este se la devolvió, con una gran intensidad, con ojos tan salvajes y amenazantes como los de la bestia misma. Fue solo un segundo, y sin embargo eso bastó para él. Después miró a la pequeña recién llegada, y, como si fuera ya un instinto, abrió su palma y la dirigió hacia la suya, esperando que la tomara. Esto con la clara intención de tener más radio de acción si tropezaba o ponía en riesgo su joven vida al estar tan cerca del acantilado.
Cuando se hubo dado cuenta, la dama ya estaba más cerca de él, lo suficiente como para hacerse escuchar.
-Buenos días-Habló, con su característica voz tan calma y serena, como el viento mismo que escaseaba en el lugar-Petit-Le habló a la pequeña-Saluda a la dama

La niña miraba desde donde estaba el extenso océano que se expandía frente a sus ojos, más su atención se percató en las bestias milenarias que danzaban en el aire formando figuras, escupiendo desde sus morros el fuego que quemaba el aire. Entonces decidió asomar su cabeza por el borde del risco, mala idea... por acto reflejo se tomo rápidamente de la mano tendida hacia ella, más bien se aferró. Se había mareado. Alzó nuevamente la vista y miró como una pequeña cría de dragó se acercaba a ella hasta posarse en su hombro.
-¿Puedo quedarme la? - pregunto con inocencia una sola vez mirando ahora a su padre. No esperó respuesta alguna y volvió su caramelizada* mirada a la cría de dragón de escamas tornasoladas - Te pondré Nesmotren* - sonrió de lado y con su mano libre acarició el lomo de la pequeña criatura que en aquel momento entraba en la palma de su mano. Cuando escucho hablar a su padre alzó la mirada y pudo ver como una mujer de azul cabellera se encontraba en frente de ellos dos, la examino por completo sin dejar detalle fuera de su basta mente, entrecerró sus ojos unos segundos antes de abrirlos para saludar como toda niña educada - Buenos Días - canturreó con toda la inocencia que la rodeaba y caracterizaba.

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*Caramelizada: Me refiero al color caramelo que tienen sus ojos, en verdad no se sabe con exactitud que tono tienen ya que es una mezcla de dorado con castaño, más se asemeja un poco al color caramelo.

-Muy buenos días-Respondió al instante de oír a la pequeña, agachando la cabeza en forma de un saludo respetuoso y elegante. En cada pestañear sus ojos parecían derrochar brillo, color y esa sensación de paz que la caracterizaba. Miró a Hannibal unos segundos para luego de sonreír hablarle a Abigail-Es un bonito nombre-Dijo dulce y calma-No pude evitar oírlo, lo lamento-Rió ahora hablando con el mayor, disculpándose por el "atrevimiento".-Mi nombre es Neith-Se presentó.

-Neith-Repitió el nombre como si quisiera memorizarlo. Sus orbes índigo se posicionaron en los ajenos, mirándola de forma intensa. Esto, por supuesto no era de forma consciente, simplemente era su costumbre. Dejó que su mirada vagara para encontrarse con la de la más pequeña, la cual jugaba con la cría de dragón cual cachorro se tratara-Petit, el dragón pertenece a la señorita, no soy yo quien debe decidir si te lo puedes quedar o no. 
Calló unos segundos, sin embargo, cuando volvió en sí, carraspeó ligeramente, un tanto avergonzado.
-Que grosero he sido-Dijo con una media sonrisa, pequeña pero resplandeciente-Mi nombre es Hannibal, y ella es mi niña, Abigail

*Nesmotren: Proviene del Bosnio y significa temerario.
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La niña aun embelesada con la criatura no se dio cuenta de que Neith se le había acercado más, no hasta que escucho aquella corta frase de ''Es un bonito nombre'', al escuchar aquello alzó su pequeña cara para mirar con sus ojos (los cuales brillaban) y sonreír-le.
-Gracias - dijo entonces con euforia- Así se llamaba mi abuelo - informo con tranquilidad la niña. Entonces escucho a Neith pedir perdón y meneo la cabeza en forma de negación, en verdad no le había importado mucho si la había escuchado o no, después de todo estaban demasiado cerca y la voz blanca de la niña (como la de cualquier criatura de su edad) se podía escuchar perfectamente. Salteó el comentario de su padre, no iba a reprochar ya que él tenía razón y eso era indiscutible. Miró entonces a la peliazul esperando que dijera algo.

-Un placer-Exclamó repartiendo un poco su mirar entre ambos. Escuchó atenta al hombre para sonreír y responder-Oh no, no me pertenecen-Dijo con esa voz tan ronca pero dulce-Simplemente se acercaron a mi. Aunque al pequeño pareciera no molestarle quedarse contigo, Abigail-Le sonrió ampliamente, para después recaer en Hannibal.

-El placer es mío-Esta vez, la sonrisa de Hannibal fue más ancha, más alegre.-¿Qué es lo que la trae por aquí, bella señorita?
Dicho esto, Hannibal contempló a la pequeña, la cual ya tenía una mascota nueva sin planearlo. Pensó en cuanto crecería o que comería, aunque era apenas un bebé, era obvio que tendría un tamaño enorme cuando creciera.
Por un momento entró en un pequeño estado de pánico, ya que, jamás, en toda su vida, había tenido mascota alguna, y si bien sabía como tratar criaturas y animales en general, nunca había permanecido con una el tiempo suficiente.

《Sin duda alguna nos protegera a ambas》 pensó en aquel momento refiriéndose tanto a ella como a Clio, aquella pequeña niña que Abigail aún no conocía más si había escuchado hablar. 《un perfecto regalo》 dejó que aquellas palabras vagaran por su mente un largo rato, pensando en aquella posibilidad en algún futuro. Rápidamente aquel pensamiento se le fue cuando sintió la ansiedad y el pánico de su tutor, algo que la puso alerta al instante. Abigail clavo su mirada en Hannibal y sólo bastaron menos de cinco segundos para que él volviera a sentirse bien. Entonces escucho a Neith y sonrió.
- Lo cuidaré - fue lo único que salió de entre sus labios con un tono decidido.

La dama azulada sonrió a la niña y al padre, casi sintiendo lo que pasaba por la mente de él.-Por ahora ratones pequeños alcanzarán, si tiene hambre lo hará saber, y cuando necesite más él mismo podrá arreglarse-Le informó a la pequeña con una gran sabiduría en su habla, dulce y simpática. Asesorandola sobre la preciosa criatura que ahora le pertenecía.
Hizo una pausa para responder a Hannibal-Los años pasan y no encuentro aún un lugar que me agrade lo suficiente para habitarlo una eternidad-Exclamó usando esa forma de habla tan peculiar-Debo admitir también que los rumores y leyendas de la manada me llamaron.

-Las leyendas que llegan a nuestros oídos por parte de terceros generalmente no son más que eso, meras leyendas, simples acontecimientos de la vida cotidiana adornados al gusto de quien la cuenta... aunque, por supuesto, hay excepciones a la regla-Habló el híbrido, atento perfectamente a su conversación, pero sin quitar un ojo del pequeño dragón con el que jugaba la niña. Era de tamaño inferior, y sin embargo ya tenía todo el porte y la magnificencia que uno adulto cargaba.-Hace falta acudir al lugar donde todos esos cuentos maravillosos son relatados para comprobar con los propios ojos la veracidad o falsedad de los mismos.
Hannibal tuvo que reconocer, a su pesar, que no tenía la mejor fama con la que se podía contar, siendo contemplado en varios sitios como un psicópata a sangre fría o peor aún, como un caníbal. Si bien los rumores eran ciertos, Hannibal ya había dejado atrás su etapa de oscuridad... o al menos eso pensaba. Se preguntó internamente si Neith lo reconocería por eso.

La niña soltó la mano de Hannibal para poder tomar entre ellas a la pequeña pero majestuosa criatura. Escucho atenta a lo que la mujer de azul decía esperando escuchar algún dato más ya que aquello ya lo sabía. Miro a la mujeres directamente a los ojos y asintió con la cabeza por mera educación antes de mirar a su tutor con una sonrisa perfecta. Después se alejó de ellos con su atención clavada en la pequeña creatura, más no se alejó tanto ya que sabía que Hannibal quería verla. Sin más se sentó en el pasto y dejó a Nesmotren en el pasto siguiendo sus movimientos.

La mujer de joven apariencia asintió con una sonrisa de lado-Estoy aquí pero dudo mucho que las historias que rondan nombres tan grandes como el suyo, sean ciertas. Yo no lo veo como cuentan los rumores-Dijo sabiendo que quizás se equivocaría, aunque demostrando total desinterés en ello, no la asustaba imaginar que todas aquellas víctimas en verdad fueran de Hannibal, no le disgustaba, no lo juzgaba. Miró a Abigail y a su nueva pequeña pertenencia, invitando a caminar a ambos, estar tan cercanos al precipicio con una niña y una cría de dragón no era aconsejable.

-La manera en la que me vea usted, señorita, dependerá bastante del bando que elija usted pertenecer. Mis cercanos han visto una faceta muy diferente a los que no lo son.-Reflexionó, sin mirar un punto específico, como si estuviera hablando consigo mismo. Era cierto, Hannibal era tanto un caballero como un monstruo, ¿De qué dependía? De la manera en la que fuera tratado, claro está. El híbrido simplemente no soportaba era la mala educación. Esa, sin duda, había sido una de las mayores razones por las que había asesinado... Cuando era bastante mas imprudente.
Miró a Neith, pensando si ella lo veía como el asesino o el héroe.

Sin duda alguna desde donde estaba ella podía escuchar la conversación. Por un momento dejó de estar concentrada en su nuevo amigo.y se enfocó en las palabras que ambos mayores intercambiaba. Sintió los pensamientos de Hannibal y entonces lo miro. Sin duda alguna ella ya conocía casi a la perfección una de las facetas del hombre: la del Monstruo, pero también sabía que en esos momentos el no controlada su cuerpo si no que lo había el inquilino que tenía dentro: aquel demonio al que llamaba Minos, y aún así lo veía como.una persona completamente buena, sabía que el daría su vida por salvar a sus seres queridos. Sonrió de costado aún viendo a su "padre" esperando que tal vez el.hubiera sentido aquella elección por parte suya: La del hervor, porque así lo veía ella.
Más aún así no interrumpió en la charla, sólo bastó.una débil y cariñosa mordida por parte del reptil para que Abigail volviera su atención a este.

-Yo creo que no hay bandos-Dijo con esa apagada pero acogedora voz de mujer que lograba envolver a cualquiera.-El villano puede convertirse en el héroe según el punto de vista de quién lo esté mirando. A mi criterio un vil asesino puede tornarse un honorable héroe si salva la vida de un ser asesinando a otro, o un héroe en asesino si hace lo mismo-Dijo fija en los ojos del Setan, siendo tan expresiva que hasta encantaba-Oh bueno, eso pienso-Sonrió para finalizar.

-En la naturaleza, de hecho, no existe el bien y el mal-Continuó, acariciando levemente la cabeza de Abigail-Es muy escaso el animal que ataca o asesina por placer. La gran mayoría tiene un motivo para atacar, algunos por territorio, otros por pareja, otros más para defenderse. La diferencia radica en la paciencia del animal.-Sonrió levemente, sabiendo que él definitivamente era un animal con una paciencia escasa y casi inexistente.
Se volvió levemente hacia el pequeño dragón que jugueteaba con la menor, preguntándose que clase de paciencia tendría.

La pequeña niña aun jugueteaba con e cachorro dragón cuando los adultos hablaban sobre el Bien el Mal respectivamente. En verdad una parte de Abigail estaba concentrada en aquella charla, más aun así no veía necesidad de acotar algo, de repente alzó la cabeza despegando su mirada del pequeño dragón de tornasoladas escamas y mirando hacia un punto donde la luz no llegaba. De la nada la pequeña criatura reptilinea empezó a volar al rededor de ambos adultos tal vez quería llamar la atención de ambos, después de todo se veía tan ansioso y preocupado que si lo mirabas podías ver como su morro se dirigía de Neith y Hannibal al lugar donde alguna vez estuvo la pequeña Abigail.

-La paciencia y la necesidad-Sonrió cual niña-Si no matan no comen, si no comen mueren.-Dijo cortando la frase, mirando a la criatura voladora, pensativa alzando una ceja. Miró a Hannibal y luego el sitio vacío de Abigail.