Acantilado "Ojo de Dios"

La chica desvió un poco la mirada al escuchar lo último. No le gustaba mucho hablar sobre ella pero podía hacer una excepción. Se quedó pensativa unos cuantos minutos. - De acuerdo - dijo finalmente. - ¿qué es lo que quieres saber? - Le preguntó con una media sonrisa.

El chico se lo pensó unos momentos, tratando de no invadir demasiado en cosas que no le correspondían.
-Hagamos algo-Dijo, cuando al fin aquella idea afloró de su mente-Yo pregunto algo, luego usted pregunta algo. Así, nos conoceremos mejor, quid pro quo. ¿Le parece?-Sin esperar la respuesta (algo realmente extraño en él), tomó la palabra-Comenzaré yo, ¿Ha habido algún acontecimiento referente a su vida que haya cambiado mucho su manera de ver el mundo?

- Emm... está bien - rió un poco. Empezó a indagar en su mente. En efecto había algo. - Si, si la hay. - hizo una pequeña pausa. No estaba segura de si contarle. Decidió que le contaría, al menos, un poco de lo sucedido. - Hace ya algunos años, mi hermano y yo habíamos nacido apartados de nuestro clan, crecimos y decidimos tomar caminos separados. - Se rascó la sien mirando al suelo para volver a su antigua posición. Mirando al hombre que tenía a un lado y sus brazos abrazando sus rodillas. - No supe que fue de él durante algún tiempo. Yo empecé a crear lazos en diferentes clanes y funcionaba como espía para otros. Un día un miembro de mi clan me encontró y dijo que me necesitaban así que les ayudé con un problema interno, el clan se separó y yo me disponía a regresar trabajando para los demás clanes y bueno el rey, en ese entonces Guillermo II, cazaba a nuestra especie, no se como dio conmigo y con otros tres más de otros clanes y decidió que nos haría hablar sobre nuestra especie. Unos días después me enteré de que un miembro de la familia había hablado. - carraspeó y desvió la mirada nuevamente. De alguna manera lo sentía liberador. - Fue entonces cuando supe que no podía confiar en nadie, que tenía que andarme con cuidado incluso con mi propia familia. Aunque, claro, seguimos trabajando en eso. - Supongo que sigo yo. - dijo apresuradamente. - ¿Has hecho algo de lo que te hayas arrepentido en algún momento de tu vida? - preguntó mirando curiosa a su acompañante.

El híbrido asintió, atendiendo a aquella historia que le acababa de revelar Schädel. Se puso en sus zapatos, más que nada al recordar como se había sentido profundamente traicionado, no una, si no dos veces por la misma persona. Salvatore Finnegan, a quien había considerado como su padre la mayor parte de su vida, había provocado una guerra, asesinado a su esposa, y ocultado su verdadera identidad como Amo del Infierno. Hannibal decidió dejar eso de un lado, concentrándose en la pregunta formulada.
-No acostumbro arrepentirme de mis actos, sin embargo... hay algo de lo que aún no puedo perdonarme. No estaba en mis manos, aún así lo siento como un estigma que me seguirá por siempre. De hecho, fueron dos cosas en un mismo contexto-Dijo, recordando aquél evento ocurrido hacía tanto tiempo-Era un niño, tenía aproximadamente seis años. Un grupo de hombres asesinaron a mis padres y nos encerraron a mi hermana menor y a mí en una jaula junto con una elfa, como si fuéramos animales. Nos dejaron ahí para que muriéramos de hambre, la comida que nos daban era mínima y nos trataban como animales. Cuando el invierno llegó, el alimento era muy escaso, incluso para esos hombres, por lo que decidieron tomar medidas drásticas. Ellos se llevaron a mi hermana, mientras que la elfa me envolvió en sus brazos contra su pecho, lo único que podía escuchar eran los horribles gritos infantiles. A pesar de mi edad, tenía una gran fuerza, por lo que ella me rogó que no me separara de ella, sin embargo... lo hice y volteé a ver hacia donde estaba mi hermana. Hasta ahora me arrepiento de haberlo hecho, justo en ese momento... ellos... la estaban matando de una manera atroz-Calló unos segundos, controlando el nudo que se le acababa de formar-Luego, esa misma noche, por primera vez desde hacía meses, aquellos hombres nos lanzaron una buena ración de comida a la elfa y a mi. Estaba famélico, mis sentidos no funcionaban bien y mi percepción estaba demasiado distorsionada como para darme cuenta que aquella carne tenía un sabor extraño, demasiado extraño. Años después hilé las ideas. Si tan solo hubiera sabido de donde provenía, hubiera preferido morir de hambre.-Concluyó, con una voz estoica pero al mismo tiempo un tanto quebrada, al abrir aquellas heridas que jamás acabarían de cerrar-¿Quién ha sido la influencia más grande que has tenido?

La van Kürten puso todos sus sentidos en la historia que le contaban. Empezaba a sentir un poco de empatía por aquel extraño, algo muy raro en ella pero que últimamente se ha vuelto parte de ella. - Pues... - dudó un poco. - La verdad es que no tengo a nadie que haya influido en mí pero si te puedo decir que todas mis acciones, buenas y malas; todas aquellas personas con las que traté toda mi vida, han influido de cierta manera en mi modo de pensar, actuar e incluso hicieron que lograra volverme alguien de pocos sentimientos. - Suspiró - No hubo nadie, si no, muchas cosas que se juntaron y me hicieron lo que soy ahora. - Estiró sus piernas para luego cruzarlas a manera de flor de loto colocando sus manos sobre sus rodillas. - ¿Has tenido algún sueño o meta que sigues o que siempre quisiste seguir? -

Hannibal reflexionó un poco acerca de las palabras de la chica, tenía razón en cierto sentido, quien era, había sido fuertemente influido no solo por personas, si no por diversas circunstancias a través de toda su vida.
Finalmente, en medio de un murmuro, decidió contestar la pregunta.
-Realmente, no, al menos no uno concreto-Reconoció al fin, después de pensar por unos segundos-Sin embargo siento que mis objetivos siempre han estado ligados al aprendizaje, siempre, aún sin darme cuenta, estoy buscando nuevos mentores o formas de instruirme, no se qué pretendo lograr con eso... pero ahí estoy-Rió un poco-Aunque, pensándolo bien, hace algún tiempo tenía un objetivo, sencillo pero difícil al mismo tiempo. Siempre quise un poco de paz, para mí y para mi familia. A decir verdad, he dejado atrás eso, ya me he resignado a que nunca sucederá. Si pudieras regresar al pasado y cambiar un hecho, ¿Lo harías?

La joven hizo una mueca antes de contestar - De hecho, si la hay. Hubo cierta situación que nunca quise que pasara. Estábamos en una cacería y tenía a mi cargo a dos cachorros y aun Ägsje, que es un integrante sin rango, estábamos siendo perseguidos y escondí a los cachorros y al Ägsje y les dije que pasara lo que pasara no debían salir de ahí y si lo hacían sería bajo órdenes mías y tendrían que escapar. Distraje a los guardias pero mi error fue, al momento de atacar, uno de ellos salió disparado hacia el lugar donde ellos estaban escondidos debido a un ataque que realicé. Me di cuenta después de que escuché un grito de uno de los cachorros y quise detenerlo pero no pude, simplemente no pude y dejé que los mataran. - hizo una pequeña pausa. - Al día siguiente tuve un castigo junto a otros dos lobos pero el mío fue más severo debido a que yo era la única Bellatora, o sea la guerrera, que tenía a cargo dos cachorros y un nuevo lobo. Siendo sincera no me afectó demasiado pero me he preguntado que hubiera pasado si no los hubiera dejado ganar, si ellos todavía estuvieran vivos. - Suspiró. - ¿Que cambiarías de ti y por que? -

-Lo siento-Murmuró muy bajo, casi de forma inaudible. Hannibal se lo pensó un rato antes de contestar, cuidando sus palabras.-Me encantaría cambiar el hecho de que soy lo que soy gracias a Minos. Él es un Juez del Infierno y mi abuelo paterno, ahora mismo y desde que nací, llevo una parte de su alma en mi cuerpo, estoy poseído por él. Tenemos varias similitudes en carácter, pero maneras muy diferentes de pensar. Jamás me he llevado bien con él y desde siempre quise deshacerme de nuestra conexión, incluso arriesgué mi vida. Sin embargo... con el tiempo entendí que si no fuera por Minos, no sería quien soy ahora y muchísimas cosas hubieran cambiado, incluso es posible que ni siquiera estuviera hablando contigo en este momento-Sonrió un poco-Entonces me gustaría cambiar el hecho de no poder entender y aceptar sus métodos, quizá si pudiera hacerlo, nuestra relación sería igual a la de Durza Baranguer y su respectivo demonio, Radamanthys, que es hermano de Minos, por cierto. Esos dos se llevan demasiado bien...-Concluyó-¿Qué es lo más arriesgado que has hecho por alguien?

- suena algo complicado - comentó a lo que le acaban de contar. Poseído por abuelo ? Jamás había escuchado algo parecido. Pensó bien su respuesta. - lo mas arriesgado... - repitó. - creo que fue el proteger a mi hermano de un ataque en plena batalla. Es algo confuso, no lo recuerdo bien pero si recuerdo que era uno de los ataques más fuertes que había visto e iba directo hacía él y bueno casi muero. - puso sus manos detrás, cargando todo su peso en ellas y estiró sus piernas. - Supongo que lo arriesgado en eso fue el que por poco pierdo la vida en ese momento. Pero heme aquí. - lo miró y le dedicó una media sonrisa, sincera - puedo saber cuál es tu lugar de nacimiento? - preguntó.

Hannibal alzó la ceja, la pregunta era bastante simple a decir verdad, le extrañó, después de haber compartido lo que podrían ser secretos o información personal el uno con el otro. El híbrido sonrió casi imperceptiblemente, sin darse cuenta, ya había empezado a "tutear" a la chica, algo extremadamente difícil que él hiciera, acostumbrado a hablarle de "usted" a todos y todas que conociera, a menos, claro, que fueran allegados muy personales.
-Lituania, en la dimensión humana.-Respondió simplemente. Hacía demasiado que no iba ahí, desde que sus padres habían sido asesinados, a decir verdad-Mencionaste antes que tenías un hermano, ¿Cómo es tu relación con él?

- sé donde está. Yo vengo de Alemania - comentó instintivamente al escuchar "dimnsion humana'. Era raro que fuera hacía su lugar de nacimiento pero lo hacía. - Bueno, era una buena relación a decir verdad, tratabamos de apoyarnos el uno al otro. Hubo un tiempo en el que no ibamos a ningún lado sin el otro pero nos dimos cuenta de que eso no era lo mejor asi que decidimos ser más independientes. Pero ahora hemos sido más distantes entre nosotros, no se que está pasando con él, hace un poco más de un mes que no he sabido nada de él. Me preocupa. - sus últimas palabras fueron cambiando de tono a uno más bajo. - Hablando de familiares, te importaría hablarme un ppco sobre tu hija, Clío? - preguntó, esperando que no le incomodara su pregunta.

Entendía a que se refería. Si bien nunca tuvo una familia como tal, consideró a los demás Nómadas como sus hermanos. Había visto morir a cuatro de ellos durante la terrible guerra del Clan Messer. Solo le quedaba Durza, a quien consideraba como la persona más cercana a él, y, sin embargo, desde que se había desatado la Cuarta Guerra Santa, se habían distanciado demasiado, cada uno con sus propios pensamientos y prioridades acerca de la disputa y como actuar ante ella. Era tal ese choque, que incluso habían peleado hasta casi matarse el uno al otro.
-Clío es una copia exacta de mí, o al menos eso dicen todos mis conocidos. Tiene dos años pero un ingenio mayor al de muchos aquí-Alzó la ceja y rió un poco-Hasta ahora parece que su fuerte son los poderes psíquicos, mueve algunas cosas de vez en cuando pero aún no puede controlarlo por su edad. También hace alguna que otra premonición bastante extraña de vez en cuando.-Suspiró, recordando que, según ella, aún le faltaba ser padre una vez más-¿Tienes hijos o pareja?-Le dijo a Schädel, ya no como parte de la dinámica, sino más bien como una pregunta amena que se haría con cualquier persona.

- "Si educas a tus hijos desde tempraba edad aprenderán más rápido" - citó a su madre imitándola. Rio. - asi les.decía mi madre a algunas miembros del clan. - Su expresión cambió al recordar lo poco que sabía de su madre. Al escuchar la pregunta de Hannibal se sorprendió un poco, nadie le había preguntado eso. - Eres el primero que me lo pregunta, pero no, no tengo ni hijos ni pareja. - solo se limitó a contestar esas palabras. Desde hace ya algún tiempo había buscado una pareja pero abandonó su búsqueda al pensárselo mejor.

-Disculpa-Se reprochó a sí mismo, dándose cuenta del impacto que había tenido en la chica lo que creyó era una simple pregunta sin malas intenciones-No quise invadir tu privacidad.-Le dedicó una sonrisa arrepentida-¿Has escuchado del hilo rojo del destino? Es una leyenda de Japón. Dice que entre dos personas que están destinadas a tener un vínculo existe un hilo rojo, que viene con ellas desde su nacimiento. Este existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.-La miró directo a los ojos un par de segundos, para luego concentrarse en el atardecer-Quizá no hayas encontrado el otro extremo de tu hilo. Incluso Hades buscó el suyo, al lado de Perséfone, que ni siquiera Zeus o Deméter pudieron romper.

- no te preocupes - tranquilizó a Hannibal con una sonrisa. Escuchó aquella leyenda de su acompañante pero no de alguien más. - Eso espero - dijo en voz baja rascándose la nuca.

-Cuando más lo buscas, menos lo consigues-Le dijo Hannibal con simpleza, refiriéndose al hecho de tener o no una pareja.-El hilo rojo jamás se equivoca

La chica no dijo nada. No era algo que la preocupase del todo si conseguía a alguien estaría bien pero, mientras tanto, no quería preocuparse por eso, no era algo que fuera necesario para ella.

El chico se levantó de la nada, rápido pero grácil y elegante como solo el podía serlo, sin apenas apoyarse de sus brazos. Se irguió y estiró, murmurando un pequeño gruñido gutural conforme sus huesos tronaban de forma placentera.
Hannibal se volvió a la chica y le tendió la mano, como si la invitara a incorporarse a su lado.
-Tengo la garganta seca, siendo sincero, desde hace rato que me apetece tomar un poco de agua fresca. ¿Me acompañarías?-Le preguntó, con una sonrisa de lado.

Schädel miró comi aquel muchacho se levantaba ágilmente. Pudo escuchar como los huesos de Hannibal crujían al momento dr que él sr estirase, acción que hizo que mirara hacía otro lado mientras sus ojos brillaban en un tono amarillo. El sonido a huesos crujiendo y olor a sangre, por más mínimo que sea, provocaban en ella un impulso para atacar y seguir escuchando ese sonido. Al escuchar al joven hablarle, volteó nuevamente. - claro - dijo con una media sonrisa, aceptando la ayuda que Hannibal le daba para incorporarse.

Hannibal sintió la turbación de la chica, y no pudo evitar sonreír un poco mientras ella no le veía. Conocía muy bien esa sensación, ese impulso asesino de acabar con la vida de lo que tuviera más a la mano. Era algo con lo que había tenido que vivir toda su vida, estaba más allá de él y más allá de Minos, inherente e inalienable a su ser. ¿Cuántas víctima habían caído por culpa suya? El sabor de la sangre era algo demasiado conocido, demasiado hermoso como para ignorarlo. Supo que se había vuelto un asesino cuando al fin comprendió la belleza de aquél líquido carmesí escurriendo de las heridas de sus víctimas y enemigos.
Pensó que, cuando tuviera más tiempo y menos presiones bajo sus hombros, sería divertida una disputa amistosa con aquella chica que se incorporaba tomada de su mano, simplemente por el mero gusto de saber que sucedería, si alguno de ellos moriría.
Cuando al final Schädel se incorporó, por alguna extraña razón el híbrido tardó más de lo esperado en soltar su agarre. Lo hizo de manera gradual, pausada y tranquila, como todo en él.
-¿Al Gran Lago?-Preguntó, ya dándose la vuelta y viéndola de reojo.

La chica, al incorporarse, miraba directamente a los ojos de Hannibal. Soltaba poco a poco la mano del ya mencionado, hacía ya varios años, es probable siglos, que no tomaba la mano de alguien más que no fuera su hermano.
Al sotarla llevó ambas manos a los pequeños bolsillos que tenía su short. - Al Gran Lago - afirmó con una seguridad propia de ella con su voz aterciopelada, suave.

Hannibal asintió ante la respuesta de la chica, y, al igual que ella, se metió las manos en los bolsillos y caminó, perdiéndose en la empinada bajada hacia el suelo firme.

Continúa en el Gran Lago

Enormes dragones danzaban en el aire, rodeando un punto azul que emanaba un aura sumamente potente. A diferencia de la mayoría, por no decir todas las auras de la manada, ésta era calma, lisa y totalmente cálida. Ajena a la lucha constante por el poder, desinteresada por competir con las más altas energías, solitaria y preciosa a su manera.
La mano de la dama azul rozaba los enormes hocicos de cada bestia a medida que se acercaban, pareciendo hacer fila para recibir un mísero mimo de la híbrida. Tan femenina como sólo ella lograba serlo, estiró ambas manos al llegar el turno del dragón más grande.

Justamente después de que la mujer llegara, lo hizo un caballero. Portaba una vestimenta humana, pantalones y zapatos formales, así como una camisa azul cielo que le debería llegar hasta las muñecas pero se las había arremangado para que estuvieran hasta los codos. No obstante, su formalidad se rompía ligeramente por su cabello, que, como siempre, iba sin ningún orden aparente, en un intento de peinado hacia atrás que dejaba varios mechones rebeldes sueltos por ahí.
Elegante y calmo, caminó hacia el borde del acantilado, disfrutando la vista, ese, sin duda, era uno de sus lugares favoritos de toda la manada. Vislumbró a la mujer a lo lejos. La distancia era suficiente para que no le oyera si intentaba saludarla, así que, tratando de ignorar su cortesía habitual, esperó. Quien estaba con él no tardaría en llegar.

El viento le daba de lleno en su rostro, atrayendo con sigo el olor característico de su tutor y el de los dragones, a la vez que el de una mujer. Con pequeños pero rápidos pasos la joven que tenía apenas 1O años llegó a donde Hanniball se encontraba, frenando a un lado de él. Abigaíl alzó su cabeza a la vez que la ladeó un poco para clavar su caramelizada* mirada en el rostro del Setan, tratando de saber en que estaba pensado él en aquellos momentos.