Isis Crisvector vs. Kilian Ainhara Auril Yvanos

-Dulce... - Se escuchó hablar, soplar, cantar o susurrar a la hermosa pelirroja que hacía aparición en el lugar... ¿Y qué importaba cómo lo dijera? Su voz era perfecta lo hiciera como lo hiciera. - Un lugar llano... Ahora esto será un tanto más interesante, o eso espero... - río con coquetería natural. - Perdóneme, señor Baranguer... Por hoy le seré una extraña... - Habló sola, como si de veras esperara que el aludido la escuchara. Se colocó firme en el pasto, se cruzó de brazos e, imponente con su presencia encantadora, aguardó a la llegada de su oponente.

La pelirroja no debió de esperar mucho más tiempo. Solo escasos minutos después la figura de una alta, delgada y felina mujer de cabello color chocolate se manifestó, materializándose de entre las negras sombras que su llegada provocaron. Abrió levemente sus diamantinos y rasgados ojos, como su una suave caricia del viento fuese quien separaba sus párpados mientras que una juguetona, casi lasciva sonrisa se tallaba en sus taimadas facciones. - Buenos días....-Se dirigió a la pelirroja con una voz tan dulce y atrayente que habría hecho a cualquiera flotar en el aire para estamparse con el techo tan pronto como ese tono mezquino y tétrico que ocultaba llegaba al oído.

-Buenos días, Kilian. - Le saludó cortés. Su voz danzó con el aire, y el sondo de su hermosa voz se posó sobre él, opacándolo. Era firme y seductora, como siempre. - Comienza cuando quieras. - Le animó con suavidad, y sus Divinos Ojos verdes se le clavaron casi inexpresivos y sin señal de ansiedad. El control sobre su propia mente no tenía comparación.

La Morket asintió levemente con la cabeza, agradeciendo y aceptando la invitación a iniciar de manera elegante y educada a pesar de que sus expresiones parecían muchísimo más deshonestas. Pronto su figura desapareció de la vista, dejando simplemente un agujero en la tierra. Fue solo por escasos segundos, pues en manera similar apareció nuevamente pero muchísimos metros más alejada de la pelirroja, habiéndose movido a través de la tierra del amplio y llano terreno. Procedió con un primer ataque, manteniendo el uso del mismo elemento. Bloques de tamaño considerable, conformados por el duro suelo que rodeaba a la pelirroja se alzaron y dirigieron a ella a una impresionante velocidad y desde casi todas las posibles direcciones, evidentemente intentando golpearla o aplastarla entre ellos con una voraz fuerza.

Isis sonrió. >>Es excelente...<< pensó para sí misma a la vez que un grupo de potentes y continuas ondas expansivas rodearon su cuerpo en una esfera potente que agrietó el suelo y detuvo los enormes bloques. Se aprovechó de su velocidad para llegar hasta Kilian, pero detuvo su ataque, sus ojos bien clavados en ella y la sonrisa inmutable. Miró sus pies, manos, ojos y labios, y retrocedió de inmediato, en menos de un segundo, hasta su lugar original, de pie sobre el montón de arena a sus pies. Soltó una ligera risa. Estaba en total calma.

Kilian no demostraba emoción alguna, cada cálculo y medición concebido en su poderosa y atenta mente. Simplemente estaba tanteando las aguas y ya había visto dos características importantes de su oponente, las cuales estaba prepara para usar en su contra. A diferencia de la pelirroja no emitió sonido alguno, dejando que sus propias acciones reflejaran su estado emocional y psicológico. Observó la arena debajo de los pies de Isis, un suelo inestable. Alzó una perfecta ceja y aquel suelo inestable se hundió, Kilian acababa de provocar un agujero en la tierra bajo los pies de Isis, el tercero que hacía en esta batalla por ahora. Mientras la pelirroja comenzaba a descender, cuando solo sus talones y parte de sus pantorillas estaban por debajo del nivel del resto del prado, una enorme estaca de tierra se dirigió a ella, su sombra cubriendo una segunda, que nacía desde el mismo piso se dirigía a ensartar el pecho de la pelirroja desde un ángulo inferior.

Isis, bastante más astuta y experimentada en combate que casi cualquiera en el cosmos, simplemente sonrió con tranquilidad. Su cuerpo se disolvió y convirtió en hermosas llamas blancas, y el ataque de Kilian colisionó con el fuego. El cuerpo de Isis reapareció en frente de la rival, y un montón de ondas electromagnéticas la rodearon, listas para aplastar alguno de sus miembros, quizá el más lento. Había leído cada uno de sus movimientos... trabajo más que sencillo para una espía de su nivel.