BOSQUE BLANCO

La gélida brisa empezaba a tomar fuerza repentinamente, y los copos de nieve que caían empezaban a revolotear de una lado para otro a sus anchas.
Entre la tempestad, un lobo de pelaje azul se abría paso entre la espesa capa de nieve. Sus delgadas y esbeltas patas casi se perdían en ella y, pese a que su aspecto frágil y ligeramente huesudo lo hacían parecer débil, el frío no lo limitaba.
Fijaba sus claros y cristalinos ojos celestes en un punto fijo, balanceándose levemente de un lado hacia otro a cada paso que daba. Era totalmente consciente de los territorios en los que se encontraba, mas no ser parte de la manada dueña de aquellos lares no parecía importarle.

Las orejas caídas del extraño lobo forastero se alzaron cuando por un solo segundo le había parecido oír algo fuera del sonido ambiente que hacía imposible escuchar más allá de la fuerte ventisca. Sin embargo, no le dio mayor importancia.
Había perdido la fuerte y característica aura que delataban quién era, y también sus pasos lentos y elegantes; o tal vez solo trataba de ocultarlo. Por el contrario, su caminar era lento y pesado, hasta que finalmente se detuvo y se dejó caer sobre la nieve.

El joven notó al instante la presencia del recién llegado. "Ah, era eso", pensó, y, casi de forma automática, levantó la cabeza lo suficiente como para que su vista alcanzara al lobo. Justo cuando iba a responder, la interrupción de la Jëylls realmente le pilló desprevenido y, al instante, se puso en pie de un salto aprovechando su distracción con el desconocido, y raudo corrió en cualquier dirección contraria a aquel lugar.

Lírian recuperó repentinamente el aura que caracteriza a todo Jëylls, y su corrida se volvió más rápida. Ágil como siempre, esquivaba los árboles y obstáculos que se le iban presentando en el camino con facilidad. Podía sentir la presencia del Crisvector y su hermana acercarse. Sabía que en algún momento acabarían acorralándolo, pero detenerse sin intentarlo jamás entraría en sus planes.

"Claro que situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas", añadió mentalmente y, en cuestión de apenas unos segundos, su figura se inmaterializó en porciones de agua que rápidamente cayeron sobre la nieve, fundiéndose así con ella.
No era estúpido -no del todo-, y si iba a jugar, lo haría en su territorio.

Por parte del Jëylls no hubieron noticias, ni siquiera el más mínimo sonido. Apenas podían verse aún algunas gotas avanzar por la nieve fría, deslizándose, hasta que muy lentamente se iban fundiendo con esta.
Nada, ni el más mínimo sonido.

Un cuervo se posó sobre una de las ramas de los inmensos árboles pero, a parte de eso, nuevamente no hubo ni el más mínimo rastro de Lírian. Todo permaneció en calma aún cuando la Jëylls recurrió al chantaje.
¿Realmente seguía estando allí o hacía rato que había huído?

El cuervo se alzó en el aire e inició un vuelo directo hacia su presa. Atacó a la loba entre pequeños pero fuertes mordiscos con su pico, los cuales apenas duraron unos segundos, pues este de pronto pasó a ser un joven chico de cabellos azules y rostro desilusionado.
—¡Por Ragna*, déjame vivir! —Se lamentó dejándose caer de espaldas sobre la nieve, estirando los brazos.

*Ragna: según la ideología de los Jëylls, Ragna es la diosa de dioses.

Lírian lanzó una mirada directa y fulminante a Alexander cuando escuchó sus comentarios, podría decirse que sombría, para luego deslizarla hasta la Jëylls. Tomó con una sola mano el rostro de su hermana, empujándole al lado opuesto para apartarla suavemente, ignorando completamente sus palabras.