Cadena de Montañas

Isis lo miró directamente a los ojos que brillaban tanto como los suyos.
-Tener sentimientos no lo hace estúpido, señor Baranguer, tampoco débil... - dijo adivinando sus pensamientos. - ¿Hay algo en que yo pueda ayudarles?

Lanzó otra sonrisa triste, más melancólica que la anterior. Difícil de admitir, pero el Sombra se había quedado sin habla al encontrarse con aquellos ojos de hermoso color. Adoraba el color verde. Si bien no era secreto para nadie que Durza sentía una fuerte atracción hacia la chica -vamos, ni siquiera para ella misma-, el había decidido mantener su distancia, pues, ante todo, la quería y respetaba como la gran amiga que era desde aquél incidente donde se habían encontrado por primera vez.
-Lo único que puedes hacer es mantenerte alejada de todo esto-Le dijo serio, levantándose. Su semblante había cambiado por completo, ahora ya no tenía sonrisa alguna-En estos momentos me alegra mucho el que no hayas accedido a ser parte de los Setan. Serías demasiada distracción para todos nosotros.-Volvió a reír, conociendo como Isis se llevaba con todos los demonios, quienes la consideraban su hermana menor.

Se levantó inmediatamente después que él, con los ojos aún clavados en los de Durza.
-Sabe que no podría quedarme así... - confesó. No sería capaz de cruzarse de brazos sabiendo que a quien veía como su familia corría peligro, pero no dijo nada más. Quizá ninguno de ellos se convencería de lo que el otro quería.

La tomó de los hombros, deteniendo su repentino ataque de ira. Durza esbozó una sonrisa, tratando no solo de tranquilizarla a ella, sino también así mismo.
-Todo estará bien-Le susurró, intentando convencerse de que así sería. Quien le esperaba era un enemigo formidable y, al igual que en la guerra del clan Messer, tenía 50% de probabilidades tanto de salir vivo como muerto. Intentó amenizar el ambiente, sabiendo que quizá no volvería a verle, ya pronto sería hora del enfrentamiento final-Cuando acabe todo esto deberías volver a la Quinta Prisión, te extrañamos. Quizá incluso nos puedas acompañar a nuestro festival del 31 de octubre, aterrorizar humanos es lo mejor que hay, ¿Te parece?

Ella negó con la cabeza, ocultando sus hermosos ojos de él. No sabia exactamente qué decirle y se limitó a a envolver su cuello con sus brazos fríos.
-Prométame que volverá a salvo... - le susurró destrozada.

A pesar de lo que Durza hubiera querido, decidió hablarle a Isis con la verdad, a fin de no esperanzarla cuando no se debía.
-Eso no te lo puedo asegurar-La estrechó contra sí, sintiéndose reconfortado por ella, olvidando su enorme dolor por un par de segundos. Por un momento un profundo sentir se apoderó de él, al recordar que le sucedería si moría. Ojalá hubiera sido tan simple como vagar en pena por la eternidad.

Ella lo miró con una nueva y más pesada angustia en sus ojos. No quería imaginarse lo que podría pasar... Notó en él una mirada similar.
-¿Qué pasa? - le preguntó con voz quebrada, sin saber realmente si quería escuchar la respuesta o no.

-¿Sabes que les sucede a los demonios cuando mueren?-Preguntó, sabiendo que ella se había dado cuenta de su anterior expresión. Lo que estaba a punto de decir no solo significaba que le revelaría una oscura verdad, sino que igualmente era una especie de aceptación hacia su propio destino

Isis negó lentamente con la cabeza, imaginando lo que podría ser. Sus ojos se humedecieron y nuevamente los cerró para ocultarse de Durza.
-Dígamelo... - Pidió casi inaudible.

Se quedó en blanco unos segundos, tratando de ordenar sus ideas.
-Los demonios somos entes no humanos. Si bien podemos encarnar en uno, nuestra esencia se queda. Se podría decir que somos energía infinita e inmortal. Por lo tanto, no podemos morir como es propiamente dicho. Así que nosotros... tenemos dos opciones. La primera es desvanecernos, sin ningún rastro de nosotros para la posteridad. Seremos simples recuerdos. La segunda... esta sucede si te asesina una fuerza contraria a la tuya-Sintió un nudo en la garganta, a punto de estallar-Simplemente te petrificas. No puedes moverte o respirar, pero estás consciente. De este modo permanecerás el resto de la eternidad, nada ni nadie puede salvarte. Así están dos de los Setan, agonizando lentamente hasta el fin de los días

La pelirroja exhaló aterrada. No quería ni pensar en cómo sería aquello... tener que ver a su gente sufriendo en un estado irreparable y eterno. Temía por él, por todos los Setan, a quienes tanto apreciaba. Apartó su vista, tratando de pensar en cualquier otra cosa, y se quedó mirando a la nada, dejando al silencio flotar entre ambos.

Durza respetó el silencio, sin atreverse a romperlo. Se dedicó únicamente a ver a Isis, sin respirar siquiera, atontado por su hermosura.

Isis sabía ocultar sus emociones... y, aunque le disgustara tener que fingir o mentir frente a sus seres queridos, tenía que cambiar el ambiente del lugar. Suspirando profundamente, giró para quedar frente a frente con Durza, mirándolo a los ojos con una ligera sonrisa.
-Cuénteme... ¿Qué hacen en su festival de Octubre? - Preguntó cambiando de tema para deshacerse de cualquier idea desagradable.

El Sombra suspiró, esbozando una sonrisa. Le encantaba ese día del año.
-Lo que queramos. Muchas veces los humanos juegan con lo que no deben y nos invocan, algunos vamos a darles una lección a sus sesiones de espiritismo, poseemos a uno que otro y luego los dejamos ir, acudimos a los aquelarres y sacrificios que hacen las sectas, ¿Qué más? Oh, si, nos colamos a fiestas de disfraces. Es divertido lo mucho que se sorprenden del realismo de nuestros "disfraces".-Rió, recordando como Chaos era siempre el centro de atención por sus enormes cuernos-Hacemos competencias dependiendo de que nos toque hacer. Es realmente divertido. Entonces, ¿Vendrás con nosotros?

Ella sonrió ante la idea, sonaba realmente divertido.
-No veo por qué no... veré como acomodo mis horarios. - Le dedicó una dulce sonrisa. Prefería hablar de cualquier tema que para Durza fuera más cómodo.

-Si no te deja, Z se las verá conmigo-Bromeó un poco, sin intenciones de enfrentarse a ese poderoso ser del que solo había oído hablar y que había metido en varios problemas a Séneca.-Hablando de eso, ¿Cómo está todo en EIEN? Si se puede saber, claro

La joven rió ligeramente al escuchar su objeción ante la idea de que ella no pudiese ir.
-No me lo recuerde... tengo tanto que hacer. Pero las cosas van bien, ellos no se ven tan agitados, ¿Sabe? Sería mejor si Z confiara en ellos un poco más y no me dejara todo el trabajo a mí. - Rió. Lo miró a los ojos y no pudo evitar sonreír.

-Lo que sucede es que los demás son unos inútiles comparados contigo... excepto Séneca-Corrigió el Sombra, sabiendo que quizá su superior lo estaba escuchando.-Créeme que si pudiera te ayudaría, como esa vez cuando nos conocimos ¿Recuerdas?
Sabía que Isis lo recordaba. El solo hecho de que esos días cuando los Setan se familiarizaron con ella se le vinieran a la memoria le hacía reír sin parar.

-Mi hermano tampoco es un inútil... - dijo fingiendo indignación, luego rió ante el recuerdo de aquel día, absolutamente todo había sido perfecto el día en que los conociera a todos. - Claro que lo recuerdo... Jamás creí que visitar el infierno se volvería tan divertido. - acotó recordando a los Setan.

-Si claro, olvidé a Cliff. Igual es un buen chico-Rió.-El último día hiciste algo extraordinario que jamás olvidaré. Hiciste sonreír a Séneca, cosa que hacía aproximadamente cincuenta años nadie había logrado
El frío viento sopló, revolviendo el cabello del Sombra, quien, disgustado, gruñó un poco y se acomodó un par de mechones rebeldes que cayeron en su frente.

-Pues deberían esforzarse un poco más en ello... - le sonrió, acomodando un mechón pequeño en la frente de Durza, volviéndolo a colocar en su lugar. - Séneca es una gran persona... Usted hace sonreír a cualquiera... ¿Por qué no lo intenta?

A pesar de los intentos por disimularlo, un fuerte escalofrío recorrió a Durza cuando la suave piel de Isis tocó su frente. Reprimió un suspiro, tratando de concentrarse en lo dicho por la chica.
-No es muy recomendable tratar de hacer sonreír a Séneca. Es alguien... raro-Dijo, tratando de buscar la mejor manera de explicar-Ya nada le sorprende, por lo que parece no reaccionar ante nada pues lo ha visto todo prácticamente. Solo le presta atención a algo que realmente considere nuevo y digno para concentrarse en ello. Digamos que tu lo cautivaste y por eso se tomó la molestia de tratar contigo por mero gusto inicial. Muchos Setan han esperado muchísimo para atraer su atención, y solo los Gespenst lo han logrado

-Vaya... ¿Y por qué cree usted que quisiera conocerme? No soy diferente al resto de las personas... entre ustedes debe haber miles de historias más interesantes que las que yo podría vivir... ¿No lo cree? - Suspiro. A Isis le gustaba mucho aprender de gente que, como los Setan, tuviera una gran experiencia en todo aspecto. Compartir con ellos como hasta ahora lo había hecho era algo que jamás se había imaginado podría hacer, y eso la hacía sentirse bien.

-Séneca nos conoce a todos desde nuestro nacimiento, estoy seguro. Solo Opeth y el mismísimo Hades son más antiguos que él. Por lo tanto, lo sabe todo sobre nosotros. En cambio tú, llegaste al infierno de la nada, poniendo nuestro sistema de cabeza. Séneca casi me ahorca, estaba realmente furioso de que hubiera llevado a una extraña a nuestro hogar. Pero extrañamente él no te hizo nada, porque créeme, si lo hubiera querido, ya no estarías aquí. Vamos, incluso dejó que leyeras sus libros dentro de su propia casa ¡A mí me costó años poder ganarme su confianza para siquiera entrar!-Durza rió, aún recordando su incredulidad cuando había visto a Isis tranquilamente en el recibidor-Te ganaste casi al infierno entero en apenas un mes, Isis. Los Setan matarían para defenderte a ti o tu clan. Odian a la inmensa mayoría de los seres, y sin embargo te adoran... igual que yo

La joven sonrió feliz de lo que escuchaba.
-En ese caso... me alegra haber hecho sonreír a Séneca... Y me alegra tenerlos a mí lado... por estos lares la mínima rata es más poderosa que uno mismo - rió con un toque de sarcasmo, luego cambió su tono. - Enserio me alegra estar con usted y su Clan, señor Baranguer. Y no sabe lo bien que me hace sentir al decirme que ustedes sienten lo mismo...