Cadena de Montañas

-Por nada... ¿Qué ocurrió finalmente? ¿Logró usted convencer al señor Lecter? Porque, déjeme decirle, dudo mucho usted permitiera que esto - dijo refiriéndose a su brazo - fuera en vano. - La herida se veía mejor y eso la relajaba bastante.

-No lo convencí, tuvo que ser a la fuerza-Rió, aún recordando que al día siguiente casi no se podía mover debido al dolor.
Empezaba a relajarse... sin embargo, su tranquilidad no duró mucho, puesto que, de la nada, apareció una nube negra, dejando ver a otro ser apenas se desvaneció. Folter Gespenst, su alumno. El chico supo de inmediato que había llegado en mal momento, sin embargo había recibido una orden directa y tenía que cumplirla.
-Maestro-Carraspeó y se hincó, apoyando su brazo y peso en una rodilla, mientras la otra tocaba el suelo.-Mi señor está buscándolo, requiere su presencia ahora mismo...-Alzó la cabeza, mirando por primera vez a la acompañante del Sombra-Buenas noches, Isis
Durza gruñó sonoramente y se levantó rápidamente, sacudiéndose la nieve.
-Espero que sea realmente importante-Bufó

Isis se apartó de Durza para permitir que éste se pusiera de pie. Luego miró al joven que le saludaba.
-Buenas noches, Folter, un gusto verte. - le dijo acompañándose de un gesto con la mano que agitaba despacio.

-Igualmente, pequeña-La sonrisa que le dirigía Folter a Isis no duró mucho, puesto que la mirada asesina que le dirigía su maestro era mucho más fuerte.
Durza suspiró, sabiendo que tendría que acudir al llamado del Elohim de inmediato. Así que, sin más, se propuso despedirse de la chica.
-Isis, fue todo un placer hablar contigo el día de hoy, me relajé y olvidé al menos por un momento todas mis obligaciones... de verdad, muchas gracias-La jaló hacia él y la estrechó en un profundo abrazo.

-El placer fue mío, señor Baranguer... - dirigió una sonrisa amable a Folter. - No lo moleste más. - Le pidió a Durza en broma. Lo abrazó fuertemente para despedirse, aunque realmente deseaba seguir con él un rato más, sabía que tenía que salir ene se momento.

Durza alzó una ceja, viendo con una mirada mucho menos severa al chico, que al fin se relajó un poco. El Sombra tomó aire, preparándose para lo que haría. Lo había estado pensando, si o no, que perdería y que ganaría... al final, su lado menos racional fue el que dictó su próxima acción.
-Isis-Dijo seguro pero al mismo tiempo con voz temblorosa-Sé que quizá me des un fuerte puñetazo, me odies, o probablemente termine nuestra amistad. Estarás en todo tu derecho, pero... quizá sea la última vez que te vea, ni siquiera se si sobreviva más de dos meses más, así que prefiero hacerlo ahora mismo. Perdóname.
Y, sin reparos, la tomó del mentón aplicando una fuerza mínima, la suficiente como para que ella lo pudiera ver directo a los ojos. Durza jamás desconectó su mirada de la ajena mientras se acercaba rápidamente, no hasta que se vio obligado a cerrarlos cuando al fin acortó las distancias y la besó.

Ella no supo qué hacer... Mantuvo sus ojos abiertos, tratando de convencerse de qué lo que hacía era incorrecto, al menos para ella. Tocó el rostro del Sombra para empujarlo y apartarlo lentamente de sus labios. Lo miró directamente a los ojos.
-Será mejor que no se deje matar... señor Baranguer... El derecho de hacerlo ahora es mío... - le dijo sonriendo. No hablaba enserio, e incluso ella misma temía haber disfrutado lo ocurrido. No podía... era incorrecto hacerlo.

El Sombra sonrió, más radiante que nunca. Lo sabía muy bien, ella estuvo a punto de seguir con el beso, pero no lo hizo, sus razones habría tenido y el las respetaría. Sea como fuere, el había encontrado una pequeña paz que tanto necesitaba.
-No lo haré, te lo prometo-Le susurró, soltando su mentón y alejándose gradualmente-Espero volver a verte de nuevo, pequeña, que todavía nos queda un viaje a Holanda pendiente-Se volvió a acercar unos centímetros, y posó un pequeño beso en la frente de la chica, aún cubierta por el flequillo. Fue simple y corto, de despedida.-Hasta siempre, mi hermosa dama de Ojos Divinos. Andando, Folter.-Dijo, volviéndose y empezando a caminar.
El pequeño demonio estaba atónito, con los ojos como platos y la boca entreabierta. Tardó unos segundos en reaccionar.
-Sí... sí, ma-maestro-Tartamudeó. Contuvo la respiración, aún tratando de conectarse con el mundo. Se volvió hacia la chica, sin saber muy bien como mirarla-A-a-diós, I-Isis. Cuídate
Sin perder el tiempo, Folter se dio la vuelta, caminando rápido para poder alcanzar los pasos de su maestro, quien ya lo adelantaba bastante.

Isis se sentía avergonzada por Folter. Movió sus labios diciendo "lo siento" pero sin proferir sonido alguno, esperando que Folter lograse entender lo que decía.
Sus pensamientos pasaron de súbito al llamado de Elohim. Deseó con toda su alma que lo próximo que supiera de Durza, Folter, o cualquier otro Setan, no fueran malas noticias. Quería visitarlos de nuevo a todos alguna vez.
-Hasta pronto, chicos.... - susurró.

Folter asintió con una leve sonrisa, ya un poco más calmado. Conocía a su maestro, y sabía que ese no era más que otro berrinche que pronto se le pasaría.
Por su parte, Durza había conjurado un portal, donde lo único que se veía era negrura total. Antes de partir, el Sombra miró por última vez a Isis, sonriéndole. De verdad le hubiera gustado verla nuevamente.
-Oh, por cierto-Le dijo desde la distancia. De sus bolsillos sacó un amuleto rojo, parecido a un rombo en una pequeña cadena, y se lo lanzó, seguro que lo atraparía-Un regalo de mi señor. Cuando llegue su tiempo sabrás para que es, mientras tanto úsalo como un colgante, que te quedará bien. Te quiero, Isis. Hasta siempre
Y, sin decir más, Durza se volvió, y con más pesar de lo que aparentaba, entró al portal seguido de su alumno, quien se despidió de la chica una última vez. Una vez que ambos hubieron pasado, el portal se cerró, borrando todo rastro de los seres que habían estado ahí.

Isis atrapó la cadena y los vio a ambos desaparecer con nostalgia. Se colocó rápidamente el colgante después de verlo por un segundo y apretó el amuleto en su puño izquierdo. Tratando de no sufrir más por la despedida, dirigió sus pensamientos a la razón por la que estaba ahí... por lo que Z le había enviado.
Sin que Durza lo notara, Isis ya había cumplido una de sus múltiples tareas mientras ambos hablaban, el resto tomarían un buen rato, así que se dirigió a su próxima misión que no estaba muy lejos de ahí para poner manos a la obra.

Los pasos juguetones y tambaleantes de Abyzou marcaban la nieve en un zigzagueo. Su cabello azabache flameaba con la fuerte ventisca del lugar, igualmente sus largos vestidos del mismo color. Resaltaba a metros de distancia, no solo por el contraste, sino por el fuerte aroma a ácido o por su aura inquieta e inquietante a la vez. Era un ser definitivamente para evitar.

Perdido entre los atajeos montañosos y medio confundido con un risco más del lugar, el hombre de cabellos castaños aprovechaba los escasos pero radiantes rayos de sol para leer su libro, a salvo de la ventisca mediante un abrigo rocoso.
¿Extraño lugar para leer, verdad? ''Historia de las Manadas Guerreras'', por Roxley Thomas.
El fuerte viento se coló al interior de su pequeño paraíso trayendo consigo un olor de lo más peculiar, fuerte aroma a poder y desagradable para los pacíficos.
Sharp levantó la vista.

La esbelta y elegante demonio no tardó en lanzar una curiosa y penetrante mirada hacia el presente. Era cuestión de tiempo hasta que Abyzou decidiera acercarse, y así fue. Tomó su forma lobuna y con cuatro o cinco simples zancadas se encontraba peligrosamente cerca de Sharp.

- Doménikos Vrakov -alzó la voz entonces, sin dirigir la vista a la mujer que tenía frente a sí-. Famoso por ser el primer licántropo en desafiar oficialmente a las manadas del Sur. ¿Qué crees que estaba pasando por la cabeza de Doménikos? -le preguntó a Abyzou, cerrando el libro de golpe y alzando la vista lo mínimo para mirarla.

-Deleite quizás-Aseguró con una ronca voz, inesperada ante la presencia de su más infantil sonrisa. Ya en su forma humana, mantuvo su misma posición, en cuclillas cercana al rostro de Sharp, ladeando sus ojos de uno a otro.

- Deleite... -repitió Sharp con perplejidad, intuyendo la personalidad de Abyzou con aquella simple respuesta. Apenas había hablado con ella, y sin embargo se le hacía cómodo tratar con los desconocidos. Se le hacía... interesante-. Si perdió su vida por deleite Doménikos resultó estar bastante loco, no crees? O quizá fue el único que estuviera cuerdo de su clan. Quién sabe. Deleite. -repitió de nuevo, pensativo-. Deleite.

-Es deleite del Infierno hacer mal al hombre, y apresurar su propia ruina eterna-Exclamó citando una gran frase de Sheridan Le Fanu. La demonio, a ojos de muchos idiota, demostraba ser lo suficientemente sabia como para defenderse en cualquier ámbito. Sonrió medianamente antes de retomar la seriedad.

- Ojalá el infierno deleitándonos con nuestra propia ruina. Eso no lo puede conseguir. - Sharp se acomodó en el suelo, permitiéndose unos momentos para analizar a la chica.
- Eres Abyzou, ¿verdad? Hueles a Abyzou -declaró, con una leve sonrisa.

-Y tu hueles a Altaria-Reveló con una amplia sonrisa, dando por hecho que era Abyzou. Se apartó devolviendo el espacio personal que había robado, para sentarse frente a él.

- Por desgracia, Altaria ya apenas huele -Bajó la cabeza, recostándose en la pared y sintiendose atacado por la curiosidad-. ¿Y tu origen a qué huele?

-A la nada misma-Exclamó retomando ese peculiar cambio entre seriedad e infantilidad-En realidad no lo se, ¿a qué te parece que huelo?

Sharp se quedó un momento callado, hasta que finalmente contestó:
- A locura, a volatilidad, a tigre voraz durmiendo con calma. Pero por más que indague, no se me ocurre pensar de dónde ha podido salir todo eso. -El hombre se encogió de hombros.

Abyzou sonrió satisfecha, no era la primera vez que lo oía-Los ancianos de la manada me temen por mi similitud con Lucifer-Canturreó tratando de dar una pista de su procedencia. Si lo negaba era por mero juego de niños.

- Lucifer. Peligroso ser ese, para que puedas parecértele. -sonrió levemente-. Supongamos que me hago una idea y añado el azufre a la lista de olores... ¿Qué hace a alguien como tú atarte a una manada?