BOSQUE OESTE

- ¿Es que alguien sabe verdaderamente quien es?...-Indagó, alzando una ceja mientras esa pícara sonrisa aún jugaba en sus labios. Claramente era un comentario hecho para ser absurdo, con falsa filosofía. Solo pasaron unos segundos hasta volver a responder.
- Lamento decepcionarte, mi nombre es información que debo evadir al momento...-se detuvo a metro y medio de Asha.

La muchacha enarco una ceja ante aquella primera respuesta tan absurda y tonta. Lo quedo mirando, escuchando lo que seguía con su rostro aun carente de expresiones.
-Inventa uno-dijo entonces-No me gusta dirigirme a una persona que no conozco sin antes saber su nombre-

- Puedes llamarme como quieras...-Dijo el rubio volviendo a lucir esa sonrisa pícara que curvaba solo un tramo de sus labios.
- No perteneces a la manada, ¿De visita?...-inquirió la atractiva voz del joven quien tenía un aura despreocupada, altiva e impactante-mente poderosa.

Sonrió de lado ante su primera respuesta, más no era una sonrisa tierna, atractiva, torcida, avergonzada o amplia, sino que era de esas sonrisas que te hacían dar vuelta la cabeza dándote dudas, sin duda alguna era a primera vez que la joven Kolmainsus demostraba esa sonrisa. Empezó a caminar, mirando el lugar.
- Si, estoy de paso-contesto después a la pregunta. Miro a sus alrededores- y, por lo que veo, tu también estas de paso...-freno un segundo y miro al muchacho- ...Jace- menciono tan solo pronunciando las palabras del nombre en completo silencio antes de seguir caminando.

- Oh no, de paso no...de hecho, según se juegan las cartas parece que voy a quedarme aquí un largo tiempo...aunque lamentablemente, no entre rostros amistosos....-resonó la atractiva y joven voz. El rubio se desplazaba con un paso perfectamente coordinado con respecto a aquel de la Kolaminsus.
- Sin embargo, debo dudar que ese sea tu caso...las cosas parecen algo inestables en tu agradable mundo...-evidentemente, el hombre había visitado Ashan hacía no tanto tiempo o tenía alguien u algo que le informaba la situación de la mencionada dimensión.

Lo escucho mientras caminaban, mirándolo de reojo de vez en cuando, asintiendo sin necesidad alguna, prestando atención a cada palabra.
-Por e momento tan solo es una advertencia, la Profetiza ya nos advirtió-menciono con su cálida voz- Aunque es sabido que con tan solo hacer un movimiento, el destino puede cambiar de rumbo-termino por acotar. No estaba sorprendida de que su acompañante supiera sobre Ashan y sus problemas, por lo general era común que a mayoría de los seres supieran de la Dimensión, no por su afamada creadora, si no por aquellos reinos y aquellas criaturas que existían solo allí.

Tarareando una lenta y juguetona canción al tiempo que saltaba de roca en roca justo en el río que cruzaba el bosque se encontraba una pequeña. Cabello largo, no mas de 8 años y ojos morados. En su cabeza, posado e inmovil, se hallaba un colibri. Jugaba despreocupadamente, ocasionalmente mirando hacia el bosque.

Un par de grandes felinos irrumpieron en el bosque, y a juzgar por sus calmadas apariencias sólo iban de paso. Custodiaban a un niño de no mucha estatura, que rondaba entre los 10 años de edad: Sathiel iba tomado del pelaje de ambos, caminando entre medio de los gatos. Cerraba sus ojos cada cierto tiempo, inhalando el aire puro que golpeaba su angelical y escalofriante rostro, pues era una mezcla empatada entre dulzura e inocencia con una pizca de maldad en cada mueca. Su cabello oscuro se revolvía, haciendo que sus mechones no muy largos se entrelazaran.

Casi imperceptiblemente, el silencio era lentamente reemplazado por un extraño sonido que parecía no provenir de ningún lado específicamente.
Era una serie de gruñidos continuos y rítmicos, que llenaban todo el ambiente.
La criatura permaneció impasible, aunque ya había localizado lo que había ido a buscar. Se quedó callado, escuchando, con los ojos cerrados y esperando. Sabía que el otro había sentido su aura.

Tan bien acostumbrado a no hablar mantuvo el silencio y la calma del aire, aunque los felinos no hicieron exactamente eso. El de mayor tamaño y de tonos grises giró para enseñar los colmillos, su altura competía perfectamente con la de un caballo, y sus colmillos sobrepasaban a un león: Dolch erizó su pelaje. Por otro lado, la gata blanca agachó las orejas ubicándose detrás de Sathiel, quien con calma y muchísima serenidad había girado en busca del visitante. Sus ojos celestes y sombreados se movían lentos por los lugares indicados, estudiando cada centímetro de aquel específico sitio.

El extraño, acostumbrado a ser recibido de esa manera, no se inmutó siquiera por la reacción. Por el contrario, eso le impulsó a hacerse presente a medias. Antes un simple aura, ahora una casi imperceptible sombra de aproximadamente dos metros de altura. Lucía imponente, aunque estuviera apoyado en una rama, encorvado.
Volvió a gruñir por lo bajo.

El gris lanzó un gruñido mucho más similar a un ladrido a decir verdad, aunque silenciado repentinamente por el niño-Sh-Fue sencillo y tajante. Casi como si una bala lo hubiera chocado, el gato retrocedió inmediatamente, con la cabeza gacha. Sathiel seguía a la espera, afilando sus ojos en la sombra. No se trataba de desconfianza, no, sino de un respeto algo retorcido. Algo de aquel visitante lo inquietaba, algo llamaba su atención-Tu nombre, ¿cuál es?-Preguntó mostrando su voz quizás por cuarta vez en su vida. Podría considerarse afortunado aquel que lo oía decir más de una palabra.

Sin moverse siquiera, la sombra lanzó lo que parecía ser una pequeña risita cínica y un tanto burlona. Sin materializarse, se levantó de su posición, mostrándose tan alto como era.
-No esperaba menos de ti-Susurró, ronco y por lo bajo, señalando al felino que ahora se mostraba sumiso-Tengo muchos nombres, Sathiel. A este punto pensé que ya sabrías alguno de ellos

-Eso aún no me ha sido necesario-Respondió al instante, siguiendo con sus ojos los movimientos de la criatura. No iba a repetir la pregunta nuevamente, dejó que el silencio actuara de insistencia. Era un tono bastante maduro para su corta edad, potente y firme. Similar a los adultos.
Por otro lado, al oír la voz, Dolch pudo calmarse por así decirlo. En compañía de Kyrara había podido escucharla en al menos una ocasión anterior, y por ende le resultaba familiar. El felino de la Jëylls y madre de Sathiel, se sentó.

El extraño reconoció al felino de inmediato, y lo saludó con un asentimiento de cabeza, como si fuera una persona. Sabía que debía respetar a todas las criaturas... Siempre y cuando mostraran el mismo respeto hacia él.
-Hasta ahora, te lo aseguro-Le dijo, utilizando un tono bastante más fuerte que el anterior, más duro, autoritario.-Se me hace raro e interesante que Baranguer no me haya mencionado aún. Mi nombre es Opeth Gespenst
Se materializó aún más, dejando ver al fin una silueta bien definida. Lo más relevante hasta ahora de él, era un enorme par de cuernos.

-No suelo llevar muchas palabras con Durza, mi madre no lo aprueba demasiado-Reveló sin perder detalle. No se presentó, pues no lo veía necesario. Por primera vez no conocía a quien poseía en frente, los papeles se habían invertido y eso no le agradaba-¿Qué quiere de mi?-Preguntó educado y formal, aguantando las miles de preguntas en torno a su apariencia. Era curioso y le costaba ocultarlo.

Esta vez no pudo ocultar una carcajada, ante el comentario soltado por el joven. Fue solo un segundo, pues al fin su expresión volvió a ser tan seria como lo era antes.
-Baranguer no es la mejor influencia que pueda recibir alguien de tu edad-Le dijo, refiriéndose al insaciable libido del Sombra-Al menos no por ahora.-Opeth alzó los hombros, restando importancia a la pregunta del chico-¿Se necesita una razón específica para merodear por el mundo?

-Si para ingresar en Luna Azul-Respondió con ese tono tan característico de un alfa, un pequeño y sucesor del título bien llevado por su progenitora. Arrugó anteriormente las cejas ante la risa, pues le fue repentina y desagradable. No podía mantener contacto fijo con sus ojos, se desviaban más arriba, y más...-¿Qué... eres?-Escupió al fin, sin retener la curiosidad que lo torturaba-Y ¿por qué me conoce?

Suspirando, al fin se mostró como era, saliendo de las sombras. Con su altivez y altanería características, Opeth apareció. Su figura era nívea y con apenas musculatura, el cabello azabache con resplandores esmeraldas, pero lo más distintivo eran sus ojos, nublados y opacos, pero brillantes y profundos. Alguna vez tuvieron una tonalidad aguamarina.
-Digamos que tengo... Contactos, por así decirlo dentro de estos terrenos y que me hacen conocerte más de lo que crees-Respondió, sin dar muchos detalles-Además, tengo siervos que vigilar. En cuanto a lo que soy, los humanos me conocen con el nombre de Ráksasa, un demonio caníbal.

Casi como si fuera decepción asintió para sí mismo, había lidiado con demonios demasiado tiempo-¿Pertenece al clan del señor Durza?-Preguntó suponiéndolo por su conocimiento de él-¿Siervos?-Añadió.

Asintió suavemente ante la pregunta del chico.
-Baranguer, Lecter y Beltza son mis siervos. Somos Setan-Le respondió, gruñendo alternativamente hacia varios sitios-Están esperando órdenes, he venido a dárselas. Es por eso que estoy aquí

-Los seis grandes...-Relacionó al instante, estaba frente a uno de los más fuertes del universo y ciertamente lo emocionaba-¿Por cuánto tiempo se quedará?-Preguntó casi con atrevimiento, pues no pretendía echarlo, mas si permanecer todo el tiempo posible junto a él. Algo que adoraba y no podía evitar era el querer saber más y más de todo lo que pueda ver, dominar todo con su mente, necesitaba hacerlo o al menos intentarlo. ¿Y qué cosa más eficiente que acercarse a los más poderosos? De todos modos, aún el recién llegado no le inspiraba la suficiente confianza, no era de su agrado el misterio y los detalles no revelados. Necesitaba llenar los puntos ciegos.-¿Por qué sabe mi nombre?

Opeth alzó los hombros, sin responder a la primera. No se había dado cuenta, pero no tenía ni idea de cuanto tiempo se quedaría. Se lo pensó un rato antes de responder, preguntándose cuanto le tomaría llevar a cabo su propósito ahí.
-No tengo la menor idea de cuanto me quedaré, he de confesar-Dijo al fin, luego de no encontrar una respuesta en su mente.-Lo que sea necesario.-Volvió a guardar silencio, meditando la otra pregunta-Eres hijo de la líder de los Jëylls, tendría que estar muy desinformado como líder de mi clan si no te conociera-Le dijo con simpleza.

El niño volvió al silencio, a veces odiaba el hecho de ser un Jëylls. Contuvo un suspiro y retomó la atención en Opeth. Necesitaba saber que su apariencia no era lo único interesante y curioso... Para sorpresa el chico aplaudió, liberando una onda expansiva de energía en forma de camino, directo hacia el ser de los cuernos. Todo a su paso se desmaterializaba, era dividido en fragmentos casi invisibles a los ojos, polvo, eso se volvían.

Casi sin inmutarse, Opeth alzó apenas la mano, deteniendo el ataque con facilidad, cuando este chocó con lo que parecía ser una enorme pared negra. Esta se deshizo, y, con otro movimiento, ahora de los dedos medio y anular, del suelo aparecieron inmensos y afilados cristales negros, siguiendo el camino anteriormente formado por el ataque anterior pero en sentido contrario a una velocidad impresionante. El último de ellos se detuvo a escasos centímetros de la garganta de Sathiel.
-Impulsivo, ruidoso y poco ágil-Lo riñó, sin alzar ni un poco la voz, tan natural como un padre a su hijo-Tus movimientos son demasiado lentos, hasta alguien ciego como yo los predijo con facilidad. Debes ser silencioso, y contundente, no dudar, tomar por sorpresa a tu enemigo y destrozarlo de un solo golpe, de otro modo... Podría contraatacar y superarte-Gruñó refiriéndose a los cristales-Controla tus impulsos, Sathiel, de otro modo terminarás igual que tu hermano Nattramn, a punto de ser asesinado por la furia de un Setan.